sábado, 13 de febrero de 2010

Invierno Pesar


Densa niebla abruma mi corazón,
El invierno ha llegado, se ha quedado,
Un inmenso sentimiento de aversión,
Ventiscoso torrente ha helado cada emoción,

Intervalo de media tarde,
El sol sin voz ni voto al perecer tras el ocaso,
Loco de ira imaginaba dar un solo paso,
Triste e iracundo al saber que no llegaría más allá del ocaso,

¿Pues porque morir sin razón?
¿Porque no morir por amor?
Arrojarse a la decepción,
Aferrarse al olvido más abstracto, más falso,

¿Por qué querer olvidarte?
Si en mis brazos quise tomarte,
En tus labios robar tu aliento, despertar el amor intenso,
Ante cuerpos fríos casi muertos, arrojados a su propio destino,

Tragedia inminente, abandono de todo sentimiento sublime,
Quise reescribir lo Irreversible,
Quise desafiar al destino,
Maldiciendo a aquel que lo haya escrito,

Entre lágrimas que se hacen cristales,
Ellas tan puras reflejan mis pesares,
Solo una imagen en mi corazón se cierne,
Verte antes de mi triste muerte,

Allí tu rostro pálido mezclado en la nieve,
Tan inexpresivo, tan occiso,
Me cuesta creer que tú hayas sido,
Aquella de dulce sonrisa que ante mí hayas perecido,

Anonadado mi corazón impaciente latía dando su último aliento
El frio anunciaba la premura de mis lamentos,
En el abrazo frío del virginal blanco de la nieve,
Mi pecho aun latiente firmemente se retuerce,

¿Las flores germinan en la nieve?
Pues no las veo concurrentemente,
Si mueren ante la inclemencia,
Para mí solo significa brío y grandeza,
Solo ante ti mi blanca flor moriré sin duda mi amor.

Teñida de rojo liquido,
Resalta sublimes ante lo blanco, lo frio,
Rojo vino que corrían por mis venas,
Ahora se derrama sobre ella,
Hermosa flor de primavera, invierno y de mi vida entera.

viernes, 12 de febrero de 2010

Ante el Discurso del Desdicho


Ante el discurso del desdicho
La sangre correrá por la oscuridad de la noche,
Antes del comienzo de la eterna madrugada,
Ante el final de vuestra miseria misma.

Danzo entre sombras esperando retorno vuestro,
floreciendo mis fríos pesares en esta tierra de excremento,
Aquellos que en esta celda infinita hallas sofocado,
De angustia por no poder acabar con vuestra fría esencia…
Solo el pensar de sacarte de mi mente,
Solo un momento nada mas,
estar lejos de vuestra perversa frialdad,
impulso del cual mi alma a de prolongar.

Hasta alma vuestra ver hundir
La mía negada estará al descanso.
Verte hundir en la vil miseria
Orgullo al corazón es lo único que desea.
Preciso instante para agonía ver vigente
Y vos ausente… en este averno vehemente.

Si un perdón en vuestra mente estas velando,
Ahoga un llanto a las perdices, fue una simple falsedad
Encadena alma vuestra ante este frío corazón
Gritando en odios las mil y un canciones,
Y en melodías su cadena seguirá aferrándose,
Para no poder soltarse… y vuestra alma destrozarte.
Huye bella alma, que la bestia habéis hurgado,
Infame ira desatado, y al alma… a la tumba habéis mandado.

Recordad eterno lugar excelso,
En el cual sufrir vuestro papel siempre fue,
Aquel lugar donde alma vuestra retornará,
Al coliseo alevoso del cual pertenecisteis
y ahora del cual arena tragareis,
en este abismo enterrareis, y junto a mis desgracias
sofocante mirada vuestra en bazofia os convertiréis.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Esencias del silencio


Mis ojos contemplan la figura de un espejo
¡¡ manifiesta este un escalofriante reflejo!!,
postrada, concibiéndose como la mas menospreciada
reflejo de una alma dotada, plenamente destrozada.

Un desconcierto emocional provocado sin motivo
difícil de manifestar para hacerlo comprensivo...
“Como las penosas cargas que un río va arrastrando
y su furia en los sentimientos se va desembocando”.

Tiempos valorados observando a mi pasado,
desechos de tristezas la soledad lo a transformado,
ceguera miserable que por su ambición has caído,
¡¡ supieras que su alma de ella en absoluto a salido¡¡,
Los martirios, sus tormentos, vos lo has fundado.
Porque a su incomprensible alma sufrir le has incitado?.

Soledad en desiertos de lagrimas que estas encarnada
Granos que simbolizan desdichas de su auténtica carnada,
dos almas que sus rumbos especialmente podré cambiar,
Carga que en mis manos la decisión se debe de forjar.

Indistinto y aterrado mi alma esta a mi lado,
sin saber rumbo alguno a seguir, totalmente desahuciado,
¿acaso el ajado perdón en las almas debe estar presente?,
o debo ceder a las manos de un silencio persistente?.

Envolver la conciencia en ambición de un sentido,
Aquella conciencia... que sus furias e seguido,
Desdicha aquella mirada, que secuelas a dejado,
aquella que en mi razón, el sentimiento no a librado.

¡¡ Incertidumbres infortunas... Causadas por temor,
aquello tan neurálgico... Incitado por amor !!.
Esperanzas sujetadas de un fragmento del pasado,
aquel recuerdo del pasado, escasamente soportado.

Recuerdos de una insípida ilusión
En mis manos ahora esta la decisión,
¿Retornar a la sombría y angustiosa vida del silencio,
en la que el alma desahogaría su oculta sed de maleficio,
o seguir indagando en un mundo de emociones
donde solo he recogido miserables decepciones?.

domingo, 7 de febrero de 2010

Mi diario - Un requiem a la razón y la cordura (Pt 1)


Introducción


Un nuevo día al que no le doy mucha importancia pero debo cumplir con mis deberes y obligaciones, la rutina me está matando y la poca vida social poco a poco me está desgastando, ya que no hablo con mucha gente o mejor dicho nadie siempre termino hablando con migo mismo, es un hábito que debería dejar pero es lo único que me aleja de la locura extrema. A mis 21 años de edad puedo ver como la sociedad crece; se asemeja mucho a una granja de hormigas, todos siempre en movimiento pero siempre habrá alguien tan despreciable y absolutamente innecesario que entorpezca el avance. Me uniré a esta sociedad, trabajaré por un bocado de comida, continuar adelante sin un sueño o meta a fin; solo me intriga, me incomoda no tener nada en mente de lo que deseo, lo que añoro con cada fibra de mí ser, ¿mi sueño? digamos que definiría mejor como mi propia “ambición”.

Me observo en el espejo para admirar el rostro que ha afrontado incontables veces la hipocresía de esta sociedad, no admiro mi belleza pues no soy narcisista, solo pruebo mi sonrisa y mis expresiones que serán puestas a prueba en este día. Estoy desarreglado y con notables ojeras en mis ojos debido al poco sueño, he estado leyendo toda la noche, quizás deba dejar de hacerlo pero amo las historias de misterio, asesinatos y vampiros (sobre todo las últimas). Mi cabello está muy desarreglado, no tiene forma alguna y es difícil peinarlo; quizás deba cortarlo, lo odio de verdad lo odio tener que arreglarme inútilmente. No me veo como la persona más atractiva pero sin embargo; sin lugar a dudas tampoco como la más espantosa, solo soy una enfermiza mueca detrás de una máscara al igual que muchos otros…

Al igual que la ciudad yo también he cambiado, he crecido y he aprendido eficazmente las pocas cosas que se me ha instruido en estos pocos años de aprendizaje. Me toca integrarme a esta sociedad, saltar a esta enorme fiesta de disfraces, llena de simios que trabajan y se mueven por inercia. Quizás deba llevar una falsa vida, vivir en base a las perspectivas de los demás, a lo que ellos llaman “normal” a lo que ellos llaman “ciudadano ejemplar”.

Soy un doctor pero no uno común y corriente; soy forense, me encargo de analizar y estudiar cuerpos sin vida o “cadáveres”. He venido a este cutre lugar a trabajar en el hospital de la localidad, es una ciudad con alta tasa de mortalidad por la delincuencia y esto me atribuye más trabajo por lo que estaría poniendo a prueba mis habilidades.
Así la vida me ha traído a este lugar, A una ciudad basura llena de gente estiércol con la que debo mezclarme. ¿Podría llamarlo el destino? ¿Obra de dios? Sí fuese así solo sería una pieza en un enorme tablero de ajedrez, solo un instrumento para saciar el ocio de EL. Creo que estoy divagando, esto es blasfemia pero ¿a quien lo importa? Pues a mí en lo más mínimo.



Capítulo I


Me veo envuelto en sueños y pesadillas que poco a poco se convierten en mis fantasías, aquellas que no puedo sacar de mi mente y que cada noche atormentan cada vez más los rincones más recónditos y oscuros de mi subconsciente. No puedo escapar, ya no tengo salida y solo me resigno a la oscuridad que ennegrece y nubla mi corazón, reprimo mis buenos sentimientos; el odio y el rencor se apoderan de mi cuerpo haciéndome cada vez mas frio e impulsivo. Escucho constantemente una voz en el eco de mis pensamientos y me recuerda lo mal que me siento por no tener ningún lindo recuerdo, ni un memorable momento que valga la pena y solo debo cargar con el peso del pasado que una vez me atormento. ¿Porque el amor fue negado a mi estéril corazón?. Quizás algún día lo sepa o tal vez con la duda muera. Solo espero y espero sin paciencia, sin esperanzas y sin deseos, viendo los años pasar.
Despierto de un enfermizo sueño que me llena de preguntas, de oscuros sentimientos y de extraños pensamientos, me pregunto si realmente siento eso o solo es algo que paso por mi mente…

Salto de mi cama súbitamente tras despertar de tan avasallante sueño que acaba por dejar huella en mi mente; tal vez sea un sueño más, quizás solo sea debido a la cantidad de stress acumulado y los libros de misterio que he estado leyendo hasta altas horas de la madrugada pero… no parece algo salido de libros o películas, parece ser algo salido de mi propio ser interior. Me siento dubitativo con respecto a la cantidad de sueños que tenido últimamente y no se asemejan a los que normalmente tengo ya que normalmente no sueño pero cuando lo hago son solo cosas insignificantes que no me impresionan en lo más mínimo.
Camino tambaleándome hacia la ducha, quizás mientras limpio mi cuerpo también limpie mi mente. El agua caliente ayuda a relajar mis músculos tensos, un momento perfecto para relajarme y aclarar mi mente. De pronto escucho que tocan a la puerta, me pregunto ¿Quién será? Qué momento tan inoportuno para molestar, será que ¿no tiene esposa con quien fornicar?, ¿televisión con que matar sus neuronas? ¿O suficientes para leer un libro? Esperezaré a que se harte y se largue, espero que sea pronto. El golpeteo sigue constantemente y la persona tras la puerta toca cada vez más fuerte y con mayor insistencia. Qué rayos… ahora tendré que salir empapado y con una toalla a abrirle al desgraciado o desgraciada que golpea con tanta impaciencia como si estuviera defecándose en sus pantalones.

Al abrir la puerta de mi apartamento me encuentro al encargado y dueño de semejante nido de ratas y claro yo soy una de ellas. Hago como si su presencia no fuese relevante en lo más mínimo y a pesar de estar frente a mí lo miro con desdén. Arqueando una ceja, y con una expresión de sorpresa y repulsión formulo una pregunta:

- ¿Quién rayos es usted?

Él pequeño personaje frente a mí parece muy impactado y disgustado por mi forma de referirme a él. Su ya arrugada cara adquiere un tono rojizo, cada vez frunce mas el seño y sus ojos se hinchan cada vez más, parece constipado.

- Yo soy el dueño de este lugar y por favor diríjase a mí con más respeto. Mi nombre es Jesús Amadeo Gutiérrez.

Mi primera impresión al escuchar su nombre fue: Es un nombre largo y aparte de eso su nombre es Jesús y no precisamente el de la biblia.

- Mucho gusto mi nombre es Daniel González pero solo llámeme Daniel que yo solo lo llamaré Jesús.

- Discúlpeme Daniel pero prefiero que se me llamé Señor Jesús

- Entonces prefiero que me llamen Señor Daniel.

- Parece que usted se intenta hacer el listo con migo

- No intento simular lo obvio

- ¿Cómo dijo?

- Cof cof… Que apenas lo oigo, tengo los oídos mojados aún y no escucho bien…

- Que interesante forma en la que usted sale a recibirme

- Y que interesante, inoportuna e impaciente forma de llamar a mi puerta.

- ¿Qué intenta decir con eso?

- Mejor voy a cambiarme y continuamos esta conversación en un momento.

- Espere…

Súbitamente cierro la puerta en su cara y dejo un “espere” inconcluso en su boca. Debo cambiarme, ya va siendo hora de que valla al trabajo y al parecer desayunar no va a ser una opción el día de hoy…
Me visto rápidamente, colocándome pantalones y zapatos a toda prisa. Saliendo de mi apartamento aún colocándome camisa y corbata aún continua esperándome el viejo Jesús. Creo que no se resiga a hablar con migo, ¿Qué puede ser tan importante?

- He venido a discutir los términos del contrato de arrendamiento.

- Ya lo habíamos hablado por teléfono, ya había leído el contrato y envíe el dinero por anticipado.

- Claro, usted leyó una copia que se le envió pero no está al tanto de las modificaciones a dichas condiciones. Sí, usted me envió el dinero para rentar el apartamento y cerrar así el trato pero no ha cancelado el primer mes de renta.

- Discutamos esto en otra ocasión ahora tengo prisa…

- ¡EY! No has pagado tu renta, no olvides de cancelarla si no te veras de patitas en la calle ¡me escuchaste!
Me dice con voz altanera a lo que le respondo:

- la renta se vence la próxima semana y no se preocupe porque vera el dinero a primera hora de ese día; “eso es a las 12:01
de la madrugada” pienso mientras miro fríamente su espantoso rostro; lo despertaré a esa hora y lo sacaré de inmundo chiquero, ¡maldito cerdo egoísta!

Ne me había encontrado con él anteriormente, es mas ni lo conocía, solo había hablado con él por teléfono. Apenas han pasado un par de días y ya me recuerda que debo pagar la renta, ese hombre es un miserable tacaño, un desgraciado que no le importa nada más que su propio bien, vive revolcándose en su propia inmundicia y quejándose de los demás como si su vida fuera miserable pero no conoce la verdadera miseria.

Al pasar frente a un departamento contiguo veo a una señora salir, a pesar de estar algo desarreglada es atractiva; su tez pálida y cabello rubio resalta con sus ojos azules. Su rostro parece reflejar preocupación, angustia y tristeza. La señora carga a un niño, de unos 7 años, al verlo fijamente noto que no tiene buena cara, está algo retraído.
Me acerco a ella y la saludo cordialmente, ella me devuelve el saludo sin mucho entusiasmo.

- Buenos días señora ¿Cómo está?

- Buenos días, Bien… ¿y usted?
(¿Bien? No parece muy sincera pero sus problemas no creo que me incumban)
Al pasar de largo ella me llama discretamente y me dice:

- El Señor Jesús corta el agua y la electricidad a ciertas horas para reducir las facturas pero no reduce las tarifas de hospedaje y más vale no retrasarse con la renta.

- Lo tendré en cuenta señora muchas gracias, hasta luego…

Salgo del decadente edificio en el que me hospedo, ignorando lo maloliente; las paredes manchadas, el piso que rechina y la madera podrida de los escalones. Carece de cualquier lujo y atractivo pero se encuentra cerca de mi trabajo y me es fácil trasladarme. Al salir puedo ver el paisaje ocre mientras las hojas de los arboles caen, parece estar en sus últimas horas de vida… “que paisaje tan deprimente, tan frio, tan horrendo…” es perfecto, adoro este paisaje, esté clima y esta sensación de que todo muere y espera la primavera para renacer.

Camino al trabajo a través de calles de este cutre vecindario, todo lo que veo es miseria y abandono, puestos de comida rápida abarrotados de personas que esperan un trozo de alimento; personas hurgando en la basura en busca de algo útil para ellos que fue inútil para otros; delincuentes haciendo de las suyas, sin tener más remedio que aceptar que fuiste asaltado y sobre todo la elevada tasa de mortalidad que por lo que a mí respecta solo me da más trabajo. Valla paisaje más desalentador para cualquiera que viva en este lugar pero desde mi punto de vista no me veo mezclado entre ellos, es más… solo soy espectador en tercera persona de lo que sucede acá y no pienso inmiscuirme en esta miserable existencia.

Al cabo de unas cuantas calles llego a mi lugar de trabajo, no es un gran hospital con una gran fachada y desde el momento desde que supe que vendría a este lugar me imagine que no sería el tipo de hospital de aquellas series de televisión donde hay equipos de primera y doctores totalmente capacitados. Al entrar al hospital y caminar por la sala de emergencia ya casi siento la tensión, presión y stress de ver tantos pacientes necesitando atención médica. Me dirijo a reportarme con el director para que me asigne a mi área de trabajo.
Llego a una oficina, donde una recepcionista me recibe cordialmente.

- Buenos días, por favor tome asiento y póngase cómodo que el Dr. Martínez ya está por llegar.

- Muchas gracias señorita.
Me siento y tomo una revista para poder llenar algún crucigrama pero para mi decepción ya todos están resueltos.
Al cabo de una hora el gran Dr. Martínez que debido a su gran importancia se hizo esperar tanto tiempo, quizás pensó (lo bueno se hace esperar) para hacer una gran entrada ante mí (patético). Al entrar me mira atentamente y luego observa a la recepcionista quien en voz baja le murmura. No puedo escuchar bien pero imagino que se refiere a mí como el desgraciado que lleva esperándolo una hora para hablar sobre el área de trabajo a la que será asignado.
Yo no espero mas, me levanto y me dirijo hacia él para presentarme y estrechar su mano pero antes de llegar a él se apresura a entrar a su oficina. La recepcionista me dice que aguarde otro poco mas mientras el Dr. Martínez resuelve otros problemas (No sé que me enoja mas, que me haya dejado esperando tanto tiempo o que me deje con la mano extendida; en fin… parece ser algo egocéntrico y prepotente).

- Disculpe al doctor, está algo atareado y lo atenderá en unos instantes

- Bueno… ¿un instante más? Entre tantos creo que yo no hay diferencia (murmuro discretamente)

- ¿Perdón?

- Disculpe no es nada solo estoy un poco nervioso por el trabajo y solo estoy pensando en voz alta, es tan vergonzoso. (espero que no me haya escuchado).

- No se preocupe a todos nos sucede de vez en cuando, creo que es la presión y el stress quienes nos obligan a caer en este hábito.

Luego de 30 aburridos minutos más termina por sonar de una buena vez el teléfono, ella lo toma de inmediato y diciendo:

- Sí, está bien, de acuerdo señor lo haré pasar.

- El director dice que…

- Sí, ya escuche y si me permite voy a pasar.

Sentado en su escritorio ojeando unos papeles que corresponden a mi currículo y sin mirarme se dirije a mí:

- Por favor toma asiento.

- Ok, gracias pero estaré de pie he estado mucho tiempo sentado.

- Disculpe la demora. He estado algo atareado ya sabe gajes del oficio…

- Comprendo, no se preocupe. Veo que esta ojeando mi hoja de vida.

- Sí, me parece muy interesante. Usted es graduado con honores y además tiene una gran variedad de cursos.

- Bueno no sé qué decir pues no creo que sea algo de que alardear demasido.

- Modesto el muchacho. Tome asiento insisto…

- No creo que haya tiempo de ponernos a discutir trivialidades pues allá afuera hay mucho ajetreo y pienso que incorporarme a mis actividades laborales sería lo mejor.

- Bueno, veo que está con ánimos para comenzar a trabajar, eso es bueno. Estaba pensando acerca del área a donde será asignado pues el equipo forense del hospital ya está completo y pues; pensaba que tal vez usted podría unirse al departamento de medicina general mientras hay una vacante en su puesto.
(¡Diablos! ¿Cómo se atreve este sujeto a pisotearme? después de venir a este hospital desde tan lejos. Quisiera golpearlo, insultarlo y mucho mas pero sería algo que cualquier persona quisiera hacerle a un infeliz como él. Hay personas peores, calma, respira hondo)

- ¿Cómo puedes ser posible? He venido a este hospital a ejercer en el área en la que por tantos años me preparé.

- Disculpe pero ya he hecho lo posible para asignarlo a esa área. Es un trabajo después de todo ¿no? ¿No está contento? ¡Vamos amigo sonría!
(¡Al diablo! Como puede pensar que solo me interesa el dinero, me gusta mi profesión y solo quiero desempeñarla. Como todo ser humano tengo necesidades y después de pensarlo un momento me veo en la obligación de trabajar así sea insatisfactoriamente.)
Finjo una sonrisa y estrecho su mano agradeciéndole hipócritamente.

- Comprendo, gracias por darme el trabajo y tenga por seguro que no lo defraudaré.

- No me agradezca, no fue nada y ahora valla a su puesto ya que está tan decidido a comenzar.

Mi trabajo no es algo de que alardear, Soy un simple médico, solo soy un novato que se desempeña (inconformemente) en el área de medicina general; el pago no es mucho pero al menos es un trabajo honrado o al menos es lo que dicen mis compañeros. Soy forense, trabajo con cadáveres analizar e indagar para así hallar la casusa de su muerte usando conocimientos científicos, puede ser repugnante para otros pero para mí es interesante e excitante pero por idea del inteligente, carismático, egocéntrico e imbécil director del hospital el Dr. Martínez se me ha asignado a esta área.

¿Mis compañeros? ¿Acabo de decir esa frase? pienso esto arqueando la ceja, luego me echo a reír a carcajadas, si es poco lo que hablo con ellos, solo escucho lo que hablan y murmuran desde el pequeño espacio que me corresponde laborar; no me agradan en lo más mínimo, solo son criaturas habladoras, carentes de razonamiento y que solo viven quejándose de lo pobre de sus vidas, del mal gobierno, del estúpido gobernante, de la corrupción, etc. pero no moverían ni un dedo para cambiar algo porque delataría sus propias acciones; en fin, los odio desde lo más recóndito de mi ser, no son los únicos pero se ganan un puesto en los primeros que desaparecerían de la faz de la tierra ¿o quizás exagero? Podría haber muchos antes que ellos pero lo cierto es que enaltecería verlos 100 metros bajo tierra.

De pronto una mujer se acerca a mí disimuladamente aunque yo me percaté de sus intenciones desde un comienzo. Es una rubia hermosa, cabello castaño, labios carnosos y sensuales, sin contar su esbelta figura para cualquier hombre sería la mujer perfecta. Se acerca batiendo su cabello y con una sonrisa despampanante clásica de un comercial de “Head & Shoulders”, mientras caminaba las miradas fijamente la seguían hasta que llega a mí.
Me mira con incertidumbre como si pensara más de dos veces el intentar hablarme, me dedica una sonrisa (muy hipócrita por cierto) y finalmente se dirige a mí:

- ¡Hola! Me llamo Sara, Sara Martínez encantado de conocerte Hm….

- Me dice entusiasta, aunque yo sigo estudiándola atentamente y muy sorprendido porque me este buscando conversación.

- ¡Hola! Me dice de nuevo. Yo reacciono y muy decentemente me dirijo hacia ella:

- Mi nombre es Daniel. Un silencio hace entrada en la conversación que se hace cada vez más tensa.

- Ella de nuevo muy entusiasta y con una sonrisa que atraparía a cualquier hombre bueno casi a cualquiera por ser la excepción; Me dice: encantada de conocerte, al parecer no eres alguien de muchas palabras.

- ¡Vaya! La chica ha usado el cerebro, bueno no sé si soy alguien, pero ha deducido que no hablo mucho aunque es algo muy evidente. No quiero espantarla aunque podría hacerlo si quisiera pero prefiero seguirle la corriente para así saber hasta dónde quiere llegar la muy intrépida.

- Ella de nuevo intenta atraer mi atención y se dirige a mí con otra estúpida deducción:

- Así que eres doctor en esta clínica.

- ¡Oh! Parece que es tan inteligente que su materia gris está a punto de escurrirse por sus orificios nasales.

- Sí, soy doctor acá desde hace poco, soy cirujano pero soy un poco descuidado ¿Quién lo diría? Pero a pesar de eso me esfuerzo en hacer bien mi trabajo.

- ¿Tú en que área te desempeñas?

- Soy una simple secretaria que trabaja administrativamente en esta clínica.

- ¡Rayos! Creo que me esfuerzo más en parecer optimista… digo en mis adentros.

- ¡Fantástico! Me alegra escuchar eso, ahora pareces más animado y social.

- ¿En serio? Bueno no me habían dicho eso antes pero me siento alagado, muchas gracias. En realidad ni me alegra, ni me alaga y ni me convence su actitud tan amistosa pienso en ese instante.

- Bueno soy la primera, me alegro así puedo sentirme más cercana a ti.
En ese momento se aproxima hacia mi cruzando el escritorio y mientras me doy vuelta en mi silla ella se encuentra a pocos metros de distancia buscando que nuestros rostros se encontrasen y así mientras nuestras miradas se encuentran harían de ese en un tierno y acalorado momento pero esas fantasías amorosas no cuentan en mi vida, al dar media vuelta la golpeo “accidentalmente” con el espaldar de la silla.

- ¡Discúlpame! No fue mi intención, déjame ver que te sucedió, Hm… al parecer no fue nada solo es un pequeño moretón en la mejilla; De verdad lo siento…

- La verdad fue un accidente, no tengo ninguna culpa que ponga su cara donde viene girando la silla pero intente decirlo lo más convincente posible para que ninguna carcajada saliese de mi boca aunque una pequeña risita se escapo en un momento la cual disimulo con una simple tos.-

Me acerco a ella y la observo atentamente; no se hizo gran cosa solo un pequeño moretón, ella parece estar muy dramática debido a eso pero yo con una voz tranquilizadora la cual los doctores acostumbramos a usar con los pacientes le digo:

- Es solo un pequeño rasguño déjame colocarte un poco de hielo, espera acá.

- No es nada, no te preocupes, estaré bien… yo iré a buscarlo.

- Antes de eso, deberías compensarme de alguna manera ¿no? ¿Qué tal una cena?

Pienso detenidamente, sabía que ella iba por ese camino desde el principio pero la pregunta es ¿Por qué? Y entonces disimuladamente miro a un grupo de parásitos sin nada más que hacer que mirar hacia el teatro que ella ha montado; no me quedan dudas, ya sé que hacer.-

- Ok, acepto con mucho gusto.

- ¡Me alegra escuchar eso! Nos veremos entonces en el restaurant que queda a unas cuantas cuadras de acá a eso de la 8:00 p.m. Luego me da una pequeña tarjeta con su nombre y un número telefónico.

- Bonita firma, tiene un estilo único.

- Gracias, supongo que sí. Entonces nos veremos esta noche cariño, no faltes, no debes hacer esperar a una dama.

- La veo alejarse con esbelta silueta y sus atributos moviéndose de un lado a otro, bueno hasta yo puedo admirar la belleza aunque solo sea externa; ella me mira de reojo y me sonríe levemente.

Toda la tarde estuve pensando en lo sucedido, del ¿por qué? De aquello y solo quise pensar en que solo coqueteaba conmigo y dejar de un lado todas aquellas paranoicas teorías que me había planteado. Al salir del trabajo me dirijo a mi agujero (para no llamarlo hogar) para pasar cambiarme de atuendo y así dejar una buena impresión, tal vez un traje sea lo mas adecuado para la situación, bueno está decidido iré formal. Salgo con algo de euforia no característica en mí, voy rápidamente a la dirección acordada la cual está a unas cuantas calles de acá, rápidamente me dirijo al lugar teniendo en mente que no debo dejarla esperando, que quizás tenga suerte quizás. Voy al sitio acordado, pude haberme negado pero no tenía nada que perder y sí puedo tener una aventurita con ella haré lo que pueda para llevarla a la cama; después de todo soy hombre, y mis instintos superan mi sentido común y mi lógica.

Camino al lugar pienso sobre las diversas posibilidades en esta noche tan fuera de lo usual en mi vida, para mí es un gran cambio el tener una cita con una chica atractiva en un buen restaurant, quizás logré una buena actuación y la persuada de ir a algún otro sitio (algo obvio) o quizás me vea como lo que soy, y corra despavorida ¡HAHAHA! Rio de pronto con lo que todos me ven como un maniaco pero al mirarlos solo fingen no haberme escuchado, malditos sean... Ya está oscureciendo y el cielo despejado plagado de estrellas que están desparramadas por todo el cielo, ¿quizás alguna caiga? Eso me decía de niño pero ahora más que nunca quisiera que callera y borrara todo.

Al llegar entro al restaurant veo la cantidad de mesas, meseros y personajes de la ciudad vestidos de una manera extravagantemente, personas de la alta sociedad, simples simios con corbata deambulando de un lado a otro; pues eso pensé antes de llegar acá pero la patética realidad es que me encuentro en un restaurant familiar lleno de personas comunes, insectos cualquieras de esta ciudad; observo el lugar abarrotado de gente, me observo a mi mismo siendo el único vestido extravagantemente, todos me observaban y pensaban la razón de haberme vestido de tal manera a pesar de ello entro al restaurant abriéndome paso entre gentuza y meseros hasta dar con una mesa vacía arrebatándosela a una familia que parecía llevar a sus hijos a comer pero de igual manera no me importa pero al padre parece importarle y de manera altanera se dirige a mí:

- ¡Devuélveme mi mesa! He estado durante horas para poder comer junto a mi familia.

- ¿Tú mesa? No lleva tu nombre, que llevas horas pero si te acabo de ver entrar por la puerta de atrás.

- ¡Mentira! ¿Cómo te atreves a decir eso?

- Que ¿Cómo me atrevo? Me pregunto lo mismo de ti que has pasado por encima del sistema de acá, ¿será que conoces a alguien? ¿Será que aquel muchacho de allá es tu hermano, primo o familiar? ¿Podrá ser que comes gratis en este lugar?

- Pe… pero… ¡Maldito! Me las pagaras…

- Maldito imbécil, no sabe con quién se mete… digo en mis adentros.

- El tiempo transcurre y no hay señales de la dama, el mesero se acerca a mí y me pregunta si voy a ordenar algo a lo que respondo:

- Lo siento, estoy esperando a alguien y prefiero esperar a esa persona antes de ordenar.

- Ok, disculpe, si necesita alguna cosa puede llamar a algún mesero para ordenar.

- Muchas gracias.

Transcurre una hora desde que llegue al sitio y sigo esperando a la mujerzuela que al parecer me dejó plantado la muy desgraciada. Todos me observan atentamente con una mirada de incredulidad sin saber el ¿por qué llevaba el atuendo?, ¿a quién espero? Lo que me causa incomodidad y al fijarme atentamente en ellos los veo susurrar y reír a mis espaldas. El mesero se acerca nuevamente a mí y antes de que formule la anterior pregunta le ordeno lo primero que veo en la carta. No daré por perdida mi estancia en este lugar, no les daré tal gusto, saldré con mi cabeza bien en alto; la orden llega, me apresuro a consumir para salir de ese maldito lugar.

Al levantarme puedo percatarme de que las miradas se fijan en mi y al salir puedo sentir como mi frustración se desborda y tratando de contener tal odio corro hacia un callejón para tomar aliento, comienzo a patear los botes de basura a desahogarme con cualquier cosa que se atraviese, entre ratas, basura y putrefacción me encuentro yo iracundo, invadido de una ira abrumadora que oprime mi pecho; ya no lo puedo soportar, siento que voy a estallar, camino rápidamente entre tantas personas no paro de tropezarme hasta toparme con el hombre al que le robe la mesa quien me detiene obstaculizando mi avance, es un hombre de 1.80 cm de altura, algo fornido, sin cabello y con ojos oscuros que parecen reflejar odio hacia mí. De pronto si previo aviso se abalanza hacia mí y me propina un golpe en el rostro con lo que caigo al suelo, tambaleando me levanto y mientras limpio la sangre de mi rostro sonrío y me hecho a reír, aquel sujeto frente a mí pasa de estar furioso a estar desconcertado y dirigiéndose a mí me dice:

- ¿Qué te causa tanta gracia?

- El que te hallas topado con migo en estas condiciones.

- ¿Condiciones? Pero ¡mírate! Con un solo golpe te he dejado medio muerto.

- Te felicito pues no pasara de eso pues te será imposible lograrlo.

- ¿Cómo dices?

Claro no querrás ser visto por tu propia familia como el salvaje animal que eres o tal vez ya lo han visto, lo conocen perfectamente y le temen tanto que son incapaces de poner algún pero a tus palabras. Estoy en lo cierto solo eres un animal, el macho dominante de una manada pero ¿sabes? Te enseñaré algo de humildad, respeto y lo que es la miseria.

- ¡Ahora sí! Haz colmado mi paciencia, ¡vas a morir!

Se abalanza hacia mí, debo reaccionar rápido y sacando la jeringa; que mantenía escondida y mientras parloteábamos había llenado con un anestésico; esquivo su golpe el cual pasa rozando mi rostro y clavo la jeringa en su brazo. El enorme animal se da vuelta y maldiciéndome pero con la lengua enredada solo logra balbucear, da vuelta para volver a atacarme pero solo tropieza para luego tambalear torpemente de un lado a otro, aprovechando su estado corro hacia él y con una patada en las rodillas rompo su pierna y se precipita al suelo inconsciente. Con la ira que se albergaba en mi, ya era inevitable el querer dejar salir todo ese odio que presionaba mi pecho y en un frenesí ira me abalanzo hacia él para acabarlo, con el fin de propinarle su muerte; pero en el mismo momento en el que iba a asentarle el golpe recobro la conciencia al observar a un niño y a una multitud que me miran horrorizados por la situación atentos a la escena en la que soy participe y en la que son testigos y el hombre que el suelo yace pronto sería mi víctima. Al recobrar la cordura me levanto del dormido “Jeti” y sin decir nada mas corro y sin necesidad de abrirme paso se abre el camino entre la muchedumbre.

Al llegar a la ratonera de mi departamento solo puedo echarme a dormir, al dar un solo paso me desplomo hacia el suelo perdiendo totalmente el conocimiento.

sábado, 6 de febrero de 2010

Confesión de una Obsesión


Fallé al querer tocarte,
No pude alcanzarte,
Evite mirarte

Cegado me precipite a la desgracia,
Soy un pecador sin alas,
Un ángel sin nombre,
Un ser sin esperanzas,

Rogando piedad,
Suspirando el perdón,
No pude evitar errar

Maldiciendo al cielo mismo,
Aborreciendo el infierno que me espera,
Con el aliento emanado de mi podrida alma,
No pude evitar decir "te amo"

¿Quien eres? ¿Que hay de un pasado abarrotado de un silencio insignificante?
Quien lanzó tal pregunta se llenó de intrigas, aquella mirada atenta al rostro que no miraba atentamente a sus ojos. Miraba al infinito, a la nada, al futuro que nunca llegará y al pasado que nunca recordará.

¿Que hay del sujeto que yace moribundo en el suelo? Soltando un último aliento, presagiando lo que se aproxima, lo que le espera. Una caricia, una mano acariciando su rostro, la mano de un ángel que ha llegado para consolarlo o de la misma muerte que ha llegado para llevarlo.

Así, en el rincón oscuro de aquella habitación donde innumerables veces se había encerrado a sí mismo, perdiendo el contacto con el exterior, con la realidad y con él mismo. Aquel lugar donde soportó sus penas, donde disfrutó de sus ocios y pasatiempos por si mismo, en soledad…

Cuatro paredes que encerraban al moribundo desgraciado, destinado a morir. Hoy no es un trágico día, no se llevará luto, nadie llorará. Mientras él en el suelo por fin descansa en paz. Eso es lo que pensó hasta ver que la puerta de la habitación se abría rápida y estruendosamente. En ese momento avistaba el rostro tan hermoso y sublime por el cual había cometido tal acto de cobardía.

----------------------------------------------------------------------------------

El momento en el que la rutina se cruza con un momento cumbre en el cual todo vestigio de monotonía es destrozado. Aquel momento en el que el amor se refleja en los ojos de la persona ideal, eso es amor a primera vista.

El palpitar acelerado, cara sonrojada, un sentir en tus estomago y la poca coordinación. Todo combinado invadiéndolo hasta causar un estado de pánico, sin poder pronunciar una mísera palabra.

"Ella", tan inmensa en belleza, tan delicada, tierna y bondadosa.

Caminó a mí y mirándome fijamente no pude evitar sentir miedo.

Miedo a la belleza que emanaba de su cuerpo singular, su sonrisa, labios, ojos... todo tan perfecto.

Como no atemorizarse de la perfección que ante tus ojos se presenta y en un parpadeo te atrapa. En un segundo estas en sus mano, en sus delicadas manos...

El amor ha llegado, a tocado mi puerta pero el destino para mí no existe, al igual que la suerte y los milagros.

Camino entre sueños para poder tocarla, no tengo éxito ni siquiera en mirarla. No parezco digno de ella o ella de mí lo cual dudo.

La desesperación invadiéndome, el sudor escurriendo de mí al saltar de mi cama y desarroparme. No, no son pesadillas son solo sueños sin sentido me dije ingenuamente.

Siempre creí que había cosas imposibles pero nunca pensé que el imposible era yo. La sombra del pesimismo me ataba como una camisa de fuerza a un desquiciado.

Tal vez si estaba desquiciado pero por lograr mi cometido, alcanzar mi meta, así tenga que llegar al cielo y eso me condene al infierno.

Pero solo son vagas y ciegas esperanzas que se aferran a una inmensa obsesión. Al no ser cumplido mi deseo la desesperación ennegrece mi corazón.

Estuve cerca de morir, cerca de mi patético fin... La cobardía no me dejaba acabar con mi vida o tal vez ese deseo? esa ambición?

No lo supe hasta ese momento...

----------------------------------------------------------------------------------

No podía olvidar, no podía desvanecer esa imagen de mi mente. Días enteros mi cuerpo añoraba su sutileza y mi mente imaginaba su belleza.

Enviándome a través de mis memorias hasta el día en que la vi a “ella” la que con sutil obsesión reclamó mi amor.

Deseaba embriagarme de olvido, perder cada recuerdo, restablecer mi mente y acabar así con este martirio.

Día tras día se abalanza a mi en señal de afecto, que reconfortante y cálido acto… no puedo evitar regocijarme.

Ella de tez blanca, cabello oscuro al igual que sus ojos profundos como su alma, sus rizos caen hasta la mitad de su espalda.

Su mirada se pozo en mí y su dulce mano acaricio mi rostro y en ese momento me dije “la amo”. No quería saber mas, solo la quería abrazar y tomándola con sutileza mostrarle la inmensidad del universo oculto tras una mirada apasionada y el paraíso perdido de un beso dado con verdadero amor.

Mi inmensa admiración y deseo destellaba de mis ojos que la observaban y detallaban a ella, tan radiante y angelical.

Sentía miedo al mismo tiempo que me reconfortaba su presencia. Mi pulso acelerado y mis manos sudadas son claros signos que mi cuerpo reacciona a ella.

Sus palabras despejaban dudas en mi, sus sentimientos reflejaban amor y dulzura que solo quería para mí y yo miraba mas allá de sus ojos y sumergiéndome en ellos dormía observando su inmensidad.

El temor y las dudas me hacen vacilar a la hora de actuar, solo quería tomarla en mis brazos y no apartarla de mí pero… la cobardía que arraigada en mi corazón atentaba siempre contra la idea, contra mi sueño.

Caminé hacia ella dispuesto a todo, mi mirada reflejaba mas que seguridad, desesperación. No quería partir en dirección opuesta ni que dios ni nadie me la arrebatara a “ella” quien es perfecta.

Caminé sin rumbo hasta el sendero donde toda pista se borra, donde el camino recorrido parece insignificante y mas que eso, se ha borrado. El camino por recorrer se ha perdido en la inmensidad y el árbol donde florecen tus marchitos sueños ha muerto.

Su sollozo apabullante, sus ojos cubiertos de lágrimas, aquel líquido podría avivar hasta el más seco de los corazones. Se abalanzo a mí y al abrazarme susurra algo a mi oído: “adiós” su despedida fue como la lanza que atraviesa mi cuerpo, como la daga que perfora mi corazón a diestra y siniestra como signo de traición.

Continuó incesantemente y sin piedad con las palabras que me asesinaban en vida “este no es un hasta luego, es un hasta nunca, no preguntes la razón, no te volveré a ver, no es un acto de traición, tengo otra vida que hacer ya nuestro amor acaba de perecer”.

El rencor contra mi mismo brota de mi pecho, la semilla de la locura germina rápidamente y mi cordura muere en el instante en que la desesperación corrompió mi razón. No la odiaba, solo me detestaba por no confrontar el suceso, por no aclarar toda duda y solo decirle “Te amo”.

Perenne escozor de mi corazón que jadea incesantemente en la espera del letargo eterno, del inmenso descanso que le otorgue la muerte.

El momento en el que me encontré en una encrucijada. Arrodillado en posición de plegaria, dubitativo e inseguro, hasta que mis manos tocaron el suelo y mí cabeza baja en señal de derrota.

Decidido a acabar con la vida manchada de derrota que inútilmente se me dio. Opté por darme paz antes de sufrir mil agonías sin un final, sin una muerte que desvanezca mi pesar. Limpiaré la derrota en mí, desvaneciendo todo rastro de mi existencia.

Mirando al cielo que me maldijo y maldiciendo el infierno que me espera augurando mí propio fin, abalanzando el cuchillo hacia mi pecho le di paz a mi corazón dolido.

Mi cuerpo desangrándose, apenas conteniendo los pocos alientos de vida que me sostienen en este mundo. Miro al frente, subiendo la cabeza, admirando la belleza que dulcemente toca mi mejilla y con mi ultimo aliento le dedico un “Te amo”.

El cuerpo que se precipitaba al suelo, cayendo en los brazos de la muerte que reclamaba un alma desdichada. La parca, la muerte sorbiendo su alma solo degusto melancolía que de estar vivo sería una eterna agonía.

El cuerpo cansado del hombre que en signo de resignación se entrego al dulce beso de la muerte, al dulce ángel que llevará su alma al paraíso, mas bien un infierno sin su amada.