martes, 13 de septiembre de 2011

Un juego de vida y un fin de mal gusto Pt2

Continuación de: http://laoscuraluzdelamente.blogspot.com/2011/07/un-juego-de-vida-y-una-broma-de-mal.html


No hay cielo azul ni gris, no hay nada que contemplar. Solo hay un perpetuo blanco, un silencio incomodo, una paz quebrantada por gritos y una luz señalando cada paso a través de un pasillo. Sí, allí donde los condenados ahogan sus penas, acá los prejuicios se hacen a un lado y el común concepto de bien y mal juega un nuevo papela para clasificar las mentes de los indignados y despreciados. El principio y el fin no tienen importancia ahora pues un final feliz no tiene espacio en la mente de un desgraciado. Un cuerpo sin alma, un corazón podrido y un cochitril por cerebro; todo esto abarca una serie de conflictos entre un individuo y su entorno pues… todos reniegan su propia discapacidad mental, sus miedos y demonios internos; la podredumbre latente en nuestra mente nos hace viles, despiadados y a veces absurdamente trastornados. Es allí donde alguien debe encargarse de ello…

Luego de una semana de tragedias, muertes y de rumores acerca del maniático causante de todos aquellos actos; Todo había quedado en solo rumores puesto que de esa persona poco se sabía. Es aquí donde intervino el detective John Harper quien había estado siguiendo la pista de los salvajes actos delictivos que se llevaban a cabo en la ciudad. Eran días oscuros donde los actos vandálicos eran comunes y en la conciencia de un policía eso era un gran peso. Unas semanas antes se había visto en un terrible predicamento puesto que sus investigaciones no arrojaban resultados. Las muertes, desapariciones y demás le hacían parecer como un incompetente más, un fracasado que no podría siquiera dar algún resultado y hacerse notar como funcionario de la ley.
“Un hombre del que no se sabe mucho, por no decir nada… no tenía antecedentes y tampoco era de esta ciudad. Residía en aquel apartamento que se incendió hace unas semanas, al parecer pertenecía a su madre pero no vivía allí con él, al parecer tiene otra familia en el exterior.  No tiene padre, fue criado por su tía quien murió hace un año. Pobre sujeto, realmente no tenía nada en esta vida, quizás sufrió una última desilusión… pobre infeliz, sin duda debo encontrarlo. ¿Estará relacionado a los tantos sucesos  de los últimos meses? Si es así, debería ser una mente criminal, una rata astuta para cometer crímenes de manera tan pulcra y luego al verse acorralado darse por loco” Esta la reflexión que cruzaba por la cabeza del detective John, quien había recibido una llamada del psiquiátrico donde recluían a su escurridizo “amigo”.
Mientras conducía su espléndido e hipotecado sedán rojo, intentaba concentrarse en la vía pero las pocas horas de sueño y es stress hacían estragos en él. Se detuvo a mitad de camino por un café expreso, se observó en el retrovisor del auto, vio su rostro maltrecho y desganado; la barba era lo de menos pero sus ojeras eran terribles.  Su mente daba poco para atender al paisaje, al recorrido y a la monotonía de una ciudad decadente. Así que en un tiempo que para su mente habían sido algunos segundos pero fue una eternidad desde que comenzó toda esa locura y al fin estaba frente a la fachada un poco escalofriante donde obtendría respuestas.
Al entrar lo detuvieron un par de guardias, dos perezosos que no hacían más que comer y ver televisión, solo hizo falta mostrar su identificación y automáticamente le otorgaron un pase. Dentro se encontró con uno de los doctores que parecía estar esperándolo, vestía la típica bata blanca sobre un uniforme de color azul claro. Parecía llevar una radio, eso explicaría la razón por la cual lo esperaba, seguramente los guardias le notificaron sobre su visita. El doctor solo se limitó a indicarle que le siguiera, mientras que John intentaba dirigirle la palabra pero parecía muy ocupado revisando algunos apuntes. Intento repetidas veces hablarle pero en cada una de ellas el doctor se limitaba a hacerle una seña de que aguardase un momento pero sin decir ni una palabra; ya el oficial John estaba impacientado y obstinado de aquel silencio tan incómodo “¿Acaso era mudo?” –pensó mientas lo observaba intrigado-. Finalmente el doctor se detuvo, cerró su libreta y guardó su bolígrafo en su bolsillo, era el momento de interrogarlo.



-          ¿Cómo sigue el paciente?
-          Sigue algo alterado pero estará bien, todavía sigue alucinando pero se mantiene quieto debido a los calmantes.
Le aseguró el doctor mientras lo guiaba por el pasillo.
-          ¿Qué cree usted que lo llevo a ese estado de semejante locura?
-          Hay diversos factores, pues el sujeto parece haber estado consumiendo algún tipo de droga que le ocasiono un tipo de trastorno psicológico… sin embargo, según su historial ese hombre ya había padecido de algún trastorno aunque no grave.
-          ¿Qué quiere decir? ¿Cree usted que ese loco de allá era una persona en sus cabales?
-          No, le digo que las drogas agravaron su trastorno psicótico.
-          Bueno… pues le digo que ese desquiciado de allí no tiene nada de cuerdo.
El doctor se detuvo cruzado de hombros y con una expresión algo extrañada lo miró fijamente.
-          Según mis investigaciones mató a más de 15 personas sin contar a los pobres infelices que dejó sin hogar.
-          ¿Cómo pudo haber matado tantas personas? Lo veo desquiciado pero no es una mente criminal ni nada que se le parezca… creo que es un drogadicto común y corriente con una vida de mierda.
-          Fue el único sobreviviente del incendio en el apartamento en el este de la ciudad, suponemos que el ocasionó el incendio.
-          Tengo entendido que el incidente se le atribuyo a vandalismo ¿no es así?
-          Déjese de palabrerías y permítame interrogarlo
-          ¿Palabrerías yo? Si es usted que comenzó con este absurdo debate.
-          ¿Cómo se atreve? Soy un oficial de la ley y podría ponerlo bajo prisión por insubordinación.
-          ¿Cómo piensa probar eso? Está en un psiquiátrico y todo lo que hacemos está siendo grabado.
-          ¡Pare ya de contradecirme y haga lo que le digo!
-          ¿Qué haga qué?
-          Lléveme con el desgraciado psicópata que está dentro de esa habitación
-          Pídalo apropiadamente
-          ¿Pretende usted que me rebaje a tal punto?
-          Pues… soy una persona simple que se regocija de cosas simples.
-          Eso me sonó algo raro pero no pretendo aclarar ese detalle... está bien, por favor ¿me permitiría ver al paciente?
-          Bueno, me alegra que al fin se digne a pedir las cosas de buena manera, después de todo su madre si le habrá enseñado buenos modales.
-          Espere un momento, ni se atreva a hablar mal de mi madre o si no se las verá conmigo. Mi madre fue una gran persona y ahora está descansando.
-          Espere un momento recuerde que nos están filmando ¿Lo recuerda? Además yo sería incapaz de burlarme de la madre de otra persona más cuando fue la progenitora de un gran amigo.
-          Olvídelo, dejemos el tema y vallamos al grano…
-          ¿Por qué  quiere que no toquemos ese tema? Al parecer no quiere recordar completamente a su madre ¿no es así?
-          Por favor… deje ya de incordiarme…
-          Ya veo… ¿acaso usted tuvo problemas con ella en los últimos años de su vida? ¿Algo imperdonable tal vez? Es algo que no se perdona ¿no es así?
-          No me venga con sus juegos mentales,  ¡basta ya!  No intente lavarme el cerebro o algo similar…
-          Que lastima porque también podría lavar otra cosa…
-          No me diga que… ¡Tú! Sucio degenerado déjate de pensar en esas cosas, el solo hecho de imaginármelo me produce escalofríos.
-          Se te eriza la piel ¿no es así? Pero si te lo imaginas ¿verdad? ¿Ya vez que tú y yo no somos tan diferentes?
-          Eres un maldito enfermo como tus pacientes.
-          Pues gracias, no puedes esperar que estuviese totalmente cuerdo. Acá lo que importa es de qué lado estás de la celda.
-          Que degenerado, apuesto que usted se masturba pensando en la demencia de cada uno de estos infelices…
-          Por eso estudie esta carrera o tal vez ¿estudiamos? No creo que sea el único. En fin dejémonos de rodeos, creo que ya me ha buscado suficiente conversación señor…
-          John, mi nombre es John…
-          Ok, es un placer conocerlo mi nombre es Harvey.
-          Espere un momento… ¿Qué quiere decir con que le estado buscando conversación?
-          Es obvio… por ha estado cambiando el tema consecutivamente.
-          Rayos pero si fue usted que… Al diablo, olvídelo
-          Bueno el problema es que no puedo permitirle que verlo en este preciso momento.
-          ¡Maldición! ¿Cómo me va a decir eso? Después de pasar dos horas hablando con un hijo de puta enfermo que, para completar, no está donde debería estar…
-          Cálmese, recuerde que está siendo vigilado.
-          Me importa un bledo, ya estoy a punto de perder la paciencia, o me deja verlo o se verá en graves problemas. Quizá no aquí pero en algún momento tendrá que salir de este depósito de demencia.
-          Está bien, le permitiré verlo pero le advierto que no está muy bien que se diga.
-          Pero usted había dicho que estaba calmado…
-          Lo está, pero ese es el problema… si estuviese alterado, agresivo o al menos divagando sabríamos a qué atenernos pero el sujeto parece estar en un estado de letargo a pesar de estar despierto.
-          ¿Está alucinando o algo?
-          Eso creo, solo pidió papel y lápiz y ha estado escribiendo algo desde entonces.
-          ¿Podría mostrarme algo de lo que ha estado escribiendo?
-          Acá lo tiene pero no servirá de nada… no tiene nada de sentido.

Allí se encontraba aquel hombre, Fabio, en la esquina del boulevard, frente a esa plaza característica de la región. Sacó un cigarrillo del bolsillo de su abrigo y el encendedor en su pantalón. El frío era inclemente y, mientras encendía su cigarrillo observaba a una anciana cruzar la calle. Era un momento en el que cualquier buen samaritano ayudaría a una ancianita en apuros pero él se quedó inmóvil maldiciendo al encendedor que no daba fuego. De pronto pasa un camión de la basura a 200 km/h arremete contra la abuelita. El auto pasa sobre ella partiéndola en dos, aquello fue lo más horrible, asqueroso y excitante  que se pudo haber visto.
En ese mismo instante Fabio recuerda que tenía que cruzar la esa misma calle para llegar al restaurante que estaba a unas cuadras del lugar. La multitud se aglomeró en lugar donde ocurrió la trágica y desagradable escena. Muchos seguían de largo entre náuseas y mareos mientras otros se quedaban hablando del suceso; nadie podía soportar ver a la pobre anciana doblada entre las ruedas del camión, estaba desangrándose y había rastros de ella por todo el lugar; el auto había intentado frenar pero demasiado tarde... lo había hecho después de arrollarla, dejando un rastro de sangre que recordaba a esas competencias de "Drifting". Para la sorpresa de toda la señora no había muerto de inmediato, agonizó unos cuantos segundos mientras que con su mano parecía señalar algo. En ese momento todos voltearon en la dirección en la que se encontraba Fabio.

Fabio simplemente se encogió de hombros mientras que lo miraban con recelo, al parecer era un pueblo muy supersticioso y aquello señalaba que podría tratarse de un ser maldito que trae la muerte de los que lo rodean. A él poco le importaba, ya que si la muerte iba a venir en situaciones irónicas y bizarras mejor...

Al llegar al restaurante...se le apareció el fantasma de la abuelita gritando, quiero un bolillo, pero lo único que la tenía era su cigarrillo. El espíritu de la anciana estaba de pie sujetando lo que parecían ser sus piernas, como si fuesen pantalones y mientras recogía sus intestinos se tambaleaba torpemente hasta caer en el suelo. Bueno, solo la mitad de su cuerpo y su otra mitad seguía de pie. A Fabio le resultaba sorprendente, aterrador, bizarro y... ¡Fantástico! ver con sus propios ojos una entidad hectoplasmatica o como sea que se diga... Era tan real que parecía palpable pero no lo era, era transparente y algo baboso aunque realmente no dejase rastro alguno. De pronto vio a un sujeto de túnica negra con una guadaña en mano, no era necesario preguntarse quién era... sus manos huesudas sosteniendo su ¿palo de golf? no, era su guadaña pero, ahora estaba por darle justo en la cabeza. La cabeza salía volando por los aires mientras él seguía su trayectoria y, al voltear nuevamente para cerciorarse de lo que había visto, ya todo había desaparecido.

Fabio sacó de su bolsillo un pote de pastillas las cuales miro atentamente, se sacudió un poco, se frotó los ojos y se abofeteo a él mismo varias veces. La gente a su alrededor...
(La escritura parece algo ilegible, al parecer se ha mojado el papel en esta parte)

Que recobrase el conocimiento en una de las mesas del restaurante. Había alucinado de la manera más horrible y exquisita que había experimentado jamás; a excepción de la imagen de las ancianas caníbales-violadoras...
Llamo al mesonero, que no tardó en llegar a tomar su orden. Era un sujeto delgado, con anteojos y granos en su rostro; era el clásico nerd, pero lo más espantoso era verlo rascarse y hurgar entre sus barros... rayos era algo repugnante. Entonces Fabio decidió ayudarle al mesonero a rascarse los granos, Fabio no tardó en confundir el rostro del nerd con una pizza y lo lamió con desesperación, los demás clientes veían atónitos el espectáculo y mientras tomaba por el cuello al mesonero hasta matarlo. Su cara reflejaba locura, más que eso, reflejaba demencia... de su boca salía una espuma blanca y sus manos temblaban, no de nervios sino en un conjunto de espasmos de excitación. Tomó un cuchillo y empezó a sacarse la mugre de las uñas con una habilidad que dejaba a todos atónitos, el mesonero que a esas alturas ya le corría la baba no pudo contenerse y lo beso apasionadamente, entonces fue cuando Fabio recordó que hace unas semanas habría sufrido un gran golpe en la cabeza, fue en ese mismo instante cuando salió corriendo del lugar rumbo al metro.
Fue ahí que estaba desconcertado, con un mal sabor de boca y unas nauseas insoportables. De camino había vomitado un par de veces y continuaba alucinando mi entra se tambaleaba por las calles. De pronto cuando estaba entrando al metro tropezó con unos escalones, rodó cuesta abajo por las escaleras y estuvo tendido en el suelo por un rato. Al recobrar el conocimiento observo el rostro de una persona, era una señora que lo había ayudado a levantarse, no la había visto jamás en su vida. La mujer de unos 30 años aproximadamente, morena, de labios carnosos y un busto impresionante se encontraba frente a él con un semblante piadoso e ingenuo claro.
La dama le interrogo ¿cómo te llamas? -dijo- ¿De dónde eres? parece que te sientes muy mal... Fabio yacía inexpresivo pero la respuesta le había irritado un poco. ¿No era obvio? claro, oler a vómito y caerse por las escaleras no es suficiente... ¿acaso se burla de mí? -dijo para sus adentros-.
En ese instante la amable mujer los testículos además de la garganta. ¿Que había hecho que una mujer tan amable se convirtiese en una bruja castradora? era demasiado extraño... ¡Cuéntamelo todo! -repetía incesantemente la mujer histérica-. Habla de una buena vez no te atrevas a mentirme. Al diablo -divago Fabio-. Justo antes de perder el conocimiento pudo mirarla a los ojos y presencio la desesperación en su alma, el infierno estaba allí atormentándole pero lo que era peor... era el reflejo de su propia mirada.

La mujer maldijo a dios y al demonio y a cualquier otro dios "existente". Reía maniáticamente mientras levantaba el cuerpo de Fabio para llevarlo hasta su auto. Manejaba por las calles a gran velocidad, ya era pasada la media noche y...”
(El resto parecía aún más inentendible, algunas de las partes estaban tachadas por garabatos y dibujos extraños)


-          ¿Qué demonios es esto? ¿Usted me está tomando el pelo?
-          No, señor… pregúntele a él si quiere saber qué coño es eso…
-          Vamos allá… no hay otra opción que interrogarlo.
-          Está bien, primeramente no se le permite entrar con ningún objeto afilado.
-          ¿Pero cómo es que aquel loco estaba con un lápiz en su mano?
-          Olvídelo, el loco es el loco y usted es usted, a menos que le guste compararse con él…
-          Esto es una locura…
-          Tome asiento e inmediatamente comenzaremos con el interrogatorio.
-          Bueno señor Frank, vino una visita, es un oficial que está investigando algunos incidentes en la ciudad y quiere hacerle algunas preguntas. ¿Te parece bien?
-          Está bien, pero luego ¿podré irme? –Respondió Frank mientras continuaba dibujando garabatos en la libreta-.
-          Ya veremos… todo depende de tu colaboración.
-          ¡No! ¡Él es el demonio y vino por mí! Aléjenlo, quiere robar mi alma y va a venderla a algún demonio o ángel de quinta…
-          Rayos ya empezó… -intervino el doctor rápidamente-.
-          Bueno oficial John va a tener que esperar afuera mientras que yo lo interrogo. Usted solo quiere que le relate lo que ha sucedido ¿no es así?
-          Está bien… creo que no me queda otra pero si el muy infeliz comienza a divagar, lo golpearé hasta que hable. –masculló el oficial John mientras salía de la habitación-.
-          Ok, ahora salga y aguarde a que termine.
El interrogatorio duró algunas horas, 2 inquietantes horas para ser exactos. Era desesperante ver tras aquel vidrio, sentado en una silla intentando leer sus labios. Mordía sus labios, su uñas y sus manos con tal de frenar aquel nerviosismo producto de la espera. Los veía hablar, jugar y hacer cosas realmente extrañas. Era como un niño, no más como un animal adiestrado que recibía su recompensa luego de hacer lo que se le pide (¿Cuál es la diferencia?). Una respuesta satisfactoria era igual a un dulce que le deslizaba por la mesa hacía él y, una respuesta negativa acarreaba un golpe en la cabeza; no era para nada sutil y sus métodos nada convencionales. Luego de tanta espera ya el sueño le estaba reclamando minutos de su tiempo, intervalos entre la espera que luego fueron interrumpidos por el sonido de la puerta. Se levantó exaltado y algo emocionado, se espabiló y caminó hacia el doctor para preguntarle.

-          ¿Qué ha dicho?
-          Está todo grabado, si gusta puede escucharlo.
-          Está bien.
-          Maldita sea… ¿Qué es esto?
-          ¿A qué se refiere?
-          Bueno, la última parte… vuelve a divagar, solo es una incoherencia.
-          Al parecer tiene algún tipo de trastorno de psicológico severo… algo de esquizofrenia aderezado un  poco de paranoia; al parecer aquello que escribió en esas páginas al parecer pudo haber tenido algo que ver en su vida pero claro no todo…
-          ¿Quiere decir que ha estado hablando en un sentido extremadamente metafórico?
-          ¡Bravo! Lo ha captado a la primera, se merece un dulce como premio. Sí, el pobre vive en su propio cuento de hadas, claro un cuento muy bizarro.
-          Ya déjese de bromas.
-          Está bien… usted está en lo correcto pero además yo agregaría “bizarramente metafórico”
-          Yo creo que las drogas hicieron puré su cerebro…
-          Creo que esa sería una explicación muy sencilla pero acertada. Imagínese colocar un suflé, pavo, chocolate, una malteada, algo de chile y un gato vivo en un horno… ¿Cuál sería el resultado?
-          Algo realmente abominable y asqueroso…
-          Bueno eso es lo que es él ahora… todas sus ideas se han mezclado, combinado y confundido entre ellas; así también con sus memorias.
-          Por ninguna razón se debería dejar salir a este loco… es un peligro para la humanidad.
-          Eso está claro pero habría que analizarlo un poco más en busca de otros recuerdos perdidos dentro de lo que queda de su mente.
-          ¿Usted cree que quizás tenga más que esconder?
-          Probablemente pero por ahora no lo sabremos... es muy temprano para afírmalo.
-          Al diablo le sacaré toda la información así tenga que abrir su cráneo como una nuez.
El detective John se sentía cada vez más presionado y molesto, no quería quedar como un idiota, solo eso le faltaba. Su frustración solo era superada por su decepción e indignación al darse cuenta de que todo aquello no lo llevaba a nada, es más, lo hacía ver aún más loco de lo que creían. Enardecido, golpeaba la pared y maldecía incesantemente, la sangre le hervía pues ya no estaba en sus cabales. El Dr. Harvey observaba algo curioso la reacción de ese detective que había llegado  hasta él, le parecía cada vez más curioso, cogió su libreta y un lápiz y comenzó a tomar notas. Hasta en que en un momento culminante se atrevió a hablar, las escena de un hombre iracundo vociferando y tirando golpes a diestra y siniestra le excitaba pero más que eso temía a las consecuencias que acarrearía. Intento calmarlo y sujetarlo pero recibió un golpe en la nariz que lo dejo tirado boca arriba en el suelo. Sin nadie que lo detuviese el oficial John cruzó la puerta y caminó hasta la mesa donde estaba sentado el desquiciado Frank.
-          Bueno ¿así que tú eres el desquiciado que ha estado sembrando el pánico por la ciudad? A decir verdad no te vez muy desafiante, ni muy inteligente. Ahora háblame de tu banda, debes formar parte de algún grupo de delincuentes, anarquistas y degenerados…
-          No sé de qué habla… -Respondió Frank mientras cubría sus oídos y se mecía inquietamente en su silla-.
-          No te hagas el idiota, ya sé que lo habías planeado todo, hasta el último detalle. Dos edificios en llamas, no hay pruebas, solo víctimas…
-          Ya le dije que no recuerdo nada… -Respondió nuevamente pero esta vez con una voz algo alterada-.
-          ¿Qué me dices de esta grabación? Es tu voz ¿no es así?
-          No, ese es Fabio…
-          ¿De qué hablas? No me vengas con tus estúpidas alucinaciones.
-           

En ese instante la expresión de Frank cambió radicalmente, comenzó a habar en un tono cada vez más alto, seguía tapando sus oídos intentando no escuchar aquellas acusaciones y, al levantarse comenzó a observar hacia el techo y hacia todos lados de una forma muy inquietante; sus ojos estaban rojos y esas bolsas bajo sus ojos evidenciaban su falta de sueño. Sus gritos ahora acompañados por risas comenzaban a erizarle la piel al oficial John.

-          Usted no es un ser humano ¿no es así? Es un ser en pena que ha venido por mi alma, ¡No quiero morir!
-          ¿De qué hablas chaval? No estoy acá para llevarte, para matarte o lastimarte (quizás un poco).
-          Sí, ha venido por mí… ¡lo sé porque lo he visto antes! He tenido una visión en la que usted me lleva al infierno… ¡no quiero ser moneda de cambio! ¡Ni tampoco simple opio para algún demonio!
-          ¿De qué rayos hablas chico? (Este pendejo ya perdió su ¿cordura? No, acaba de reventar su locura, como un maldito globo).
-          No lo permitiré, ¡llegaré antes al infierno y conseguiré un trato! Conseguiré la vida eterna y ustedes no serán más que una mísera cosecha de ánima… hahaha!
-          Tómalo con calma, ahora baja el lápiz y no hagas algo estúpido…
-          ¡Nos vemos al otro lado! Después de la eterna locura…
-          ¡Maldición! ¡No lo hagas! ¿Qué diablos pensabas?
-          Te dije que él no pensaba… te advertí que había que tomarlo con calma y, ahora todo ha sido tu culpa.
-          ¡No! No he sido yo, el solo se suicidó y yo intente prevenirlo.
-          Eso no es lo que las cámaras muestran, ahora lo perderás todo, ahora con qué cara verás a tu madre nuevamente entre tus sueños frustrados.
-          No, ¿de qué hablas? ¿Cómo sabes que yo...?
-          Simplemente eres predecible y ahora eres uno de nosotros.
-          Ahora lee lo que está encima de la mesa…


La carta estaba algo arrugada, eran solo unas hojas de cuaderno algo maltrechas y escritas con un afán desesperante. Algunas partes eran difíciles de leer, algunas partes estaba cubiertas por pequeñas gotas de sangre y otras por otro líquido que había hecho ilegible algunas palabras.

Fui arrollado por el tren del destino, parecía ir a miles de kilómetros y no lo vi venir. Mi cuerpo desparramo y se hizo nada... Solo una mancha en el suelo, los rieles y el mismo tren que pronto desaparecería. No quedo ni para que los cuervos y demás carroñeros devorasen mi cuerpo; nada para que se me diera un entierro digno. Rayos en el limbo hay almas que aclaman justicia, o que al menos quieren descansar en paz en una tumba como otros pero... ¿qué hay de mí? una mancha que se extiende por kilómetros...
Entonces ¿Dónde diablos estoy? ¿En el limbo? no me digas que estaré junto a almas errantes por toda la eternidad y bla, bla, bla. Suena realmente aburrido, regocijarme en el cielo en la "paz eterna" suena tan falso como una cura para el sida. Debería buscar encontrarme con satanás y hacer algún pacto. Ese bastardo debe ser ingenioso así que debo pensar un buen deseo... ¿qué tal volver a la vida? no, podría devolverme en estado vegetal. ¿Qué tal putas infernales? no, creo que podría sodomizarme por toda la eternidad... el dinero no serviría de nada acá. Quizás pagar mi deuda, es decir, mi deseo de otra manera servirá. Claro, no hablo de algo que ponga en duda mi virilidad, no quiero perder lo poco que me queda de dignidad aún después de la muerte. Es bien sabido que el rey de los infiernos goza de todos los placeres y entre más depravados sean es mucho mejor para él. Eso me hace pensar que no es el tipo rudo que todos dicen, pero será mejor que no saque conclusiones apresuradas, conociendo mi miserable suerte... (Silencio incomodo). En fin, podría ser su testaferro, conseguirle almas y además sacar algo de partido de todo el asunto.

En realidad no fue un tren pero así lo sentí... si te dicen que después de muerto no sientes dolor te están mintiendo. Lo último que recuerdo fue una luz, una brillante, se hacía cada vez más fuerte y cercana que perdía la noción del tiempo. ¿Yo me aproximaba? no, la luz parecía aproximarse a mí envolviéndome y arrollándome. No, no era la puerta hacia el limbo ni mucho menos hacía el cielo, era un enorme auto que me arrollaba y me mandaba a este maldito lugar. Sin embargo recuerdo algo extraño... una persona, alguien que me indujo a cruzar la calle...

Pufff, Swinnnnnnnnnnnn! (Sonido de guadaña)

He aquí mi final, no pensé que llegara tan rápido... Esperen un momento, ¡tú!
Bueno amigo, admiro tu valía por intentar robarme el protagonismo pero ahora estas fuera del juego. Yo soy el que debería narrar esta absurda historia, además mis memorias son mucho más interesantes. Pero dejando de lado mi ego, creo que debería admitir que lo que se te había ocurrido una buena idea, Traficar con almas suena realmente prometedor. El cosechar almas puede resultar un trabajo tanto tedioso como interesante... para mí es excitante ver como mueren, en ocasiones en situaciones estúpidas, sorprendentes o aburridas.
Las guerras tienes su propósito. Los dirigentes de queda bando, tanto los "buenos" como los "malos" se mueven a través de un estímulo más allá de su comprensión. Siempre está quien hala de los hilos, manipulando sus acciones. Las muertes son su objetivo y soy yo que tengo que trabajar para cosecharlas. Son un simple rebaño que se utiliza para recolectar la materia prima con la que se recaba el poder.
Debo admitir que las almas ahora no son lo que eran antes, a pesar de que no soy un segador muy antiguo puedo percibir como se ha ido deteriorando rápidamente la calidad del espíritu humano. Muchos dicen que pronto la humanidad perecerá, algunos aclaman el desastre y otros velan por la seguridad de sus fieles, como pastores que cuidan a sus ovejas. Dicen ser piadosos pero solo protegen sus intereses. No van a morir de hambre ni mucho menos... a pesar de que son seres inmortales, la euforia que les produce una fuerte, pura y exquisita alma los hace adictos.
A mí no me importa si lo que hago es bueno o malo, siempre y cuando obtenga beneficios; recolecto algunas almas, obtengo algunos favores y todos contentos.

Bueno aquí estoy en la tierra, caminando entre estas ratas bípedas. Me refiero a ellos de manera tan despectiva a pesar de haber estado entre ellos, me preguntaran ¿por qué? es elemental mi estimado imbécil, eso es lo que realmente son... Siempre lo pensé, incluso estando con vida. Allí van ese grupo de personas cruzando la calle, hombres, mujeres y niños. Están algo distraídos, bueno parece que no ven el camión que se aproxima. ¿Cuál camión? pues... ese mismo que acaba de arrollarlos. Rayo creo que me he propasado un poco, he dejado una escena poco estética y muy desagradable incluso para una Parca. Las almas yacen desconcertadas esperando la iluminación pero yo tengo una forma mejor de hacer las cosas, puedo garantizarles un tormento hasta que sean consumidas. No mentiré, nada será diferente, no van a ser felices por toda la eternidad, simplemente, van a ser digeridos por algún ángel o demonio perezoso y glotón.
Recuerdo haber conocido, no sé si decir haber tenido el placer, pude hablar con el mismo Ángel Gabriel. Oh, claro pensaban que diría Miguel ¿No? bueno lo que sucede es que él si está ocupado como un súper héroe que lucha contra demonios y todo eso... ya saben cómo son los cuentos de fantasía, historietas, etc.
Bueno regresando a donde había quedado, Gabriel es un ángel curiosamente raro, cuando digo "raro" podría interpretarse de distintas formas y creo que cualquiera de ellas pudiese ser factible. Luego de atravesar la luz de su esplendor y cruzar entre todas sus alas que envolvían su verdadero ser. Allí estaba aquel tipo bronceándose en su propio esplendor, no supe a ciencia cierta si era hombre o mujer pero no me atreví a preguntarlo. Muchos creen que los ángeles son seres asexos pero no es así... son seres divididos en géneros al igual que los humanos. Hay teorías que arrojan que luego de interactuar tanto tiempo con la especie humana y sumando la ingestión de almas han adquirido una especie de forma material.
Rayos siempre termino desviándome del tema, disculpen, para ser honesto no soy bueno expresándome, soy un fiasco pero van a tener que soportarlo. Nuevamente lo hice, soy un desastre...

Bueno soy un genio vestido de negro que chasquea sus huesudos dedos y mueren unos cuantos.

¿Te es familiar eso? Pues adivina quién es el diablo….

Su semblante maquiavélico, esa sonrisa que se esbozaba en aquel rostro aberrado y los ojos que asechaban a su presa. Triunfante entre un sinfín de desgracia, en un vals de locura y perdición. No había nada más exquisito que quebrantar su alma, su mente… mientras flagelas su cuerpo en vísperas de agonía. No había locura falta de sensatez pues al fin y al cabo este era el infierno después de todo.