jueves, 31 de enero de 2013

FELINO


Sus ojos son un tenebroso enigma,
Que solo brilla bajo luz de la noche,
Donde las estrellas con gentileza miran,
A la brisa custodiarlo en su sendero.

Adorada silueta de devoción,
Desde el sereno reflejo del cielo,
Que arropa la piel de la madre tierra,
Hasta la dorada seda del desierto,
Donde el cobre inmortaliza su primor.

Obra maestra que sus pasos entona,
Cuando en melodía su instinto danza,
Desgarrador silencio que a mis ojos pasman,
Reflejo invisible de una muerte en marcha.

Eres sorbo de una velada nocturna,
Esencia pura de suavidad y ternura,
La sombra que en la noche oculta,
Sigiloso aliento que al polvo expulsa,
Fiel amante de una atesorada luna.


ISRAEL


Yace aquí tierra prometida tuya,
Aquella que en versos dios garantizaba,
Aquella protegida de infieles,
Bañada de santa sangre,
Aquella que la historia victimiza,
Aquella que campeones relataron fuera de sus batallas.

Creí ver palomas pregonando la paz,
Pero solo estaba el reflejo de los buitres en su desierto,
Aquellos mensajeros de manzana entera,
Aquellos que enviados son a hijos de otra patria,
Lectores del inframundo.

Allí encuentro muro de sus lamentos,
Frágil piedra para tanto pecado,
Abarrotada de llantos y desahogo,
Misma piedra que en otro suelo allí se encuentra,
 Manchada en sangre, pólvora y lágrimas,
He aquí las águilas de un benevolente dios,
Fieras mascotas de un perfecto edén,
Alabada por las hienas del occidente,
Allí te veo… hexagonal estrella,
A la que los vivos en su muerte miran…
Israel, huerto afable del señor.


GLORIA AL SALVADOR


Te llamo el Salvador del siglo XX,
Crucificado por las caricias de tu pecado,
Libertad… prohibido fruto de la moral.

Poeta ilustre de políticos versos,
Fogosa alma de un puño marxista
Que en tu pecho firme sostenías,
Aquellas que al averno hastió,
Por colmar a un pueblo de confianza,
y al futuro de ideas, honor y valentía,
Aquella que al Goliat dio frente,
Llevando al frente, orgullosa bandera tuya.

Fuiste un toro en un mundo de toreros,
Soportando las espadas que del cielo caían,
Por antropófagas aves de hierro,
Como lágrimas que la tierra esparce
Bajo la sombra de un Araucaria,
Domadas por la norteña incultura humana.

Impediste que del río inundasen
Su vida por aquellas infectadas calles,
Mientras del cielo hacías llover tu sangre,
Sobre aquella desnutrida flor,
Hoy flor de resistencia,
Abonada por las balas del fusil,
Que a tu cuerpo... 
Al descanso acompañó.