Pasión que tiñe
de poesía y rocío,
Al silencio
de lo reprimido, a la ansiedad del instinto,
Apartando cada
prenda que nos lleva a tu abandono,
Porque emisora
eres de aquello que nuestras pieles desconocen,
La paz sobre
aquellos campos de regadas sabanas,
Latidos rápidos
y ríos de lava
De unos
cuerpos en erupción.
¿Por qué la
piel no sabe mentir
Ante aquellos
anhelos de propiedad que le ejercen?,
Morbosa la esencia
de los labios de una violencia,
Que en su
mejor gala abriga los quehaceres de mil ardores.
¿Cómo negar
las órdenes del instinto cuando
Su velo
cubre la razón de un par de cuerpos
Ansiosos de
jugar a las escondidas?,
Explícale tú
a aquel cuarteto de manos,
Oda a la
guerra en la suavidad del Sahara,
Que buscan
bajo sus arenas los oasis del éxtasis,
Tan posesivos
y tenaces,
Como tinta que
se adhiere al papel,
Son almas desprendidas
de sus cargas.
¿Qué sabes tú
de la frustración
De aquellas
mentes que se burlan de sus desgracias?
Ese momento
donde el universo es chico
Y la
infinidad escasa,
Ese momento
donde la ambición en su deleite,
Un espasmo
de vanidad,
Quiere a
quien juega de astrologo,
Sus
estrellas y predicciones,
Su orquesta
de alivio y
La armonía de
sus respiros,
Su último aliento.
Hay dinámicas
que escapan,
Aunque símil
sea en su piedad,
De las
ataduras de la cruz y su sentido.