jueves, 29 de diciembre de 2011

Balada de una sombra

Un lápiz, ideas, delirio en mi cabeza

Voces indicando la gravedad en mi demencia

A mi lado, a mis espaldas, siento tu presencia,

Y todo lo que queda es esta caja farmaceuta.


Vivo a mil sonidos que retoman mi cabeza

Sexo desatado, a mis ojos dan decencia

Me uno a esta fiesta sin sentido ni presencia

Y esa gota de sudor que demuestra tu exigencia.


El aroma del éxtasis que a mis nervios lo frecuentan

El clima muy nublado por el humo de esperanza

Esfumando la razón que se encuentra en decadencia,

Retomando esta vida que gasta mi existencia.


La luna adorna la belleza de esta noche

El viento limpia con su brisa los rumores

Todo da inicio para una noche tan perfecta

Invitando a aquella rosa para que la velada embellezca.


A mi alma hoy complazco entre luces y bebidas,

Serás el centro de esta inatención,

Bailando contigo como un desorientado,

Marcando diferencias con mi sombra y lo amado.

El espejo del engaño



Hogar mío, alzadas sus puertas…

Libre su entrada al árido de mente…

Dando ver el descuido de una vida…

Sois engaño, mi dulce hogar.


Me otorgasteis aquello que olvide…

En físico permaneces y de valores ya murió…

Me llorasteis y reclamasteis…

Aquel error que en tus manos reposó.


Cada lagrima, cada llanto..

Desahogando aquello que en cenizas queda..

De una llama que prendió tu alma

Y yo en mi demencia, al mismo infierno... su camino alteré.


Solo miraba, disfrutaba…

De aquel cambio que en tu mente reprochabas…

Dando aquello que ni el oro lo pagaba…

Y nada obtuvisteis de esta mente desgraciada.


Al engaño disteis amor,

Y al ladrón lo apreciado,

Pero algo que en tu boca se guardó...

Cosa que nunca pedí, cuando a mis deseos contemplabas.

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Oda a Persephone



Quizás debería labrar mis ideas de manera tal que pueda concretar mis versos pues en un suspiro podría doblegar el cristal blanquecino del que están formados tus ojos. En un sollozo caerían hechos pedazos los icebergs y como si se tratase de manantiales bebería insaciable. Tu cuerpo postrado como una sepultura de lamentos o ¿tal vez resentimientos? Ante esa imagen lúgubre soy quien profana en tus miedos, angustias y en tus mas alocadas fantasías. 


No comprendo la maldad y sin embargo la imparto, soy implacable. Es por eso que he sucumbido ante los deseos carnales, ante demonios y maléficos espectros. Mientras muerdo mis labios impaciente, adolorido y complacido. Solo despierto ante el soslayo de tus ojos, un frío que invade y quebranta mi espíritu. Ahora lo comprendo, estoy muerto, agonizando tras tu encanto y sin embargo sé que es algo lejano, no podría pensar en algo más pero mi corazón incauto se dejó arrastrar… solo soy la personificación de la miseria quien sueña con invertir los papeles de esta obra absurda pero en la agonía solo existe el olvido. 


Frente al cristal de tus facetas se reflejan las mías aún mas dispersas, se confunden, se entremezclan, se funden y nuevamente se dispersan. Algo tan verosímil, que suena utópico, ideas que no se concretan y, como el mismo significado de la vida terminan siendo solo palabras. Mis poemas terminan siendo solo una injuria ante la personificación nefasta de tu belleza. Pese a mis propios clamores termino como mártir queriendo ser verdugo, como un soñador y un poeta que en vida no fue recordado. 


A los vivos se les ama, odia, teme y sobre todo se les castiga pero a un cadáver solo merece respeto evidenciado en un silencio eterno, no habrá palabras que puedan describir lo que fue, lo que representó en este plano y lo que en un futuro hipotético pudo haber logrado. Quizás los muertos olviden la vida y reencarnen en espectros que hacen de un alma tanto podrida como esplendida. Quizás se desvanezcan y no requieran de esperanzas ni de salvación… sea como sea sigo siendo un alma en pena que ante la desesperanza teme más a volver a verte que a volver a la vida… 





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Oda a Persephone by DjBaal Thanatos, Daniel González is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported License.

domingo, 18 de diciembre de 2011

Prisionero

Continuación de: http://laoscuraluzdelamente.blogspot.com/2011/12/remembranzas.html


IV


Saliendo de la habitación arrastrándome de espalda observando atónito el interior de la habitación, delirante y confundido me arrastré por el suelo adolorido, no sufría una herida física sino una laceración en lo más profundo de mi alma. Dentro del pánico lo único que pensé fue en escapar, correr y abandonar el lugar pero una risa atrajo mi atención, una tierna voz que hacía eco en mi cabeza. Perdí la conciencia finalmente tras un colapso mental producto de aquellas horribles imágenes, de la desesperanza, del odio, del amor y de la impotencia. Todos los sentimientos que envenenaban cada vez más mis pensamientos.

Mis recuerdos se volvieron difusos y no puedo asegurar lo que paso luego. Luego de despertar me di cuenta de que estaba en una habitación lujosa, recostado en la cama. La combinación de matices entre rojos, dorado y blanco; además de los muebles finos y algunas pinturas daba la impresión de pertenecer a alguien de la realeza. No sabía exactamente donde me encontraba pero algunos detalles específicos habían llamado mi atención; resaltaba la ausencia de algunos retratos que parecían haber estado colgados en las paredes por algún largo tiempo y que por alguna razón se los habían llevado. Frente a la cama observe aquel espacio vacío y por un momento creí ver lo que allí estaba anteriormente; intenté concentrarme en ello pero un fuerte dolor de cabeza me hizo perder la conciencia nuevamente.   

Al despertar pude constatar algo de lo que no me había percatado, estaba vendado en diferentes partes del cuerpo y sentí un dolor punzante en cada uno de esos lugares. Todavía estaba muy confundido y las lo poco que recordaba había sido ¿parte de un horrible sueño? No sabía cómo explicarlo pero muchas de aquellas horribles imágenes me parecían muy reales.

Me levante para así ver en qué lugar me encontraba, al acercarme a la puerta escuche unos pasos aproximarse, estuve atento al movimiento de la perilla de la puerta. La puerta se abrió lentamente mientras una mujer con un largo y fino vestido hacía su entrada. ¡Era ella! Helen… hizo una reverencia en forma de saludo y estiro su mano hacia mi (¿esperando que la besara?), después de lo que había sucedido estaba lejos de seguir con sus formalidades y reglas de etiqueta. Me miro con petulancia y mascullando solo dijo “maleducado” en ese momento me importaba muy poco los modales, me abalancé con los brazos abiertos y le di un fuerte abrazo.

Me explicó que todas las familias sufrían la pérdida de sus representantes, había poca organización y aún menos oposición para la unificación de los cinco clanes. Ya podría hacerme con lo que debió ser mío por derecho, era solo cuestión de tiempo para que la completa sucesión del poder se cayese en mis manos. Aquello había hecho aflorar en mí aún más dudas, no distinguí la realidad de aquellos delirios que me había estado atormentando.

La tomé por los hombros fuertemente, muy fuerte quizás… pero aquello me había consternado. ¿Qué sucedió exactamente en ese lugar? Le pregunté observándola fijamente. Ella me miró algo inquieta y asustada por mi reacción, tocó mis manos con cariño y pidió que me calmase. Mis manos se temblantes se relajaron y su mirada calmó mis nervios. Nadie sabía exactamente lo que había sucedido en ese lugar pero se había desatado un incendio. La cantidad de personas y las pocas salidas dificultó el escape; la vieja estructura no soporto mucho y cedió ante el fuego sepultando a unas cien personas.
“Debes descansar, lo necesitarás” me dijo mientras acarició agraciadamente mi rostro y me dio un apasionado beso que me robaba el aliento. Me aseguró que volvería en una semana para los preparativos para una reunión aristocrática.  

Los primeros días no podía siquiera levantarme sin sentir que perdía mis fuerzas o se abriesen mis heridas, las sirvientas corrían en mi auxilio y me devolvían a la cama. En el día era víctima de la inquietud y de mis propios pensamientos pero en la noche sucumbía ante delirios febriles, pesadillas que atronaban mi subconsciente. Los gritos despertaban a la servidumbre y corrían para acallar aquellos gritos de pánico y calmar mis nervios crispados.

Luego de unos días ya podía caminar libremente, ya podía salir de la habitación en la cual había estado guardando reposo por tanto tiempo y me aventuraba a recorrer los pasillos como un infante deseoso de explorar su entorno. Siempre era acompañado por alguna sirvienta, usualmente por una anciana que pese a que su edad rondaba los 50 años su condición física era algo envidiable; no padecía de ninguna enfermedad, era robusta, de rasgos fuertes y marcados, cabello largo algo blanco pero siempre lo mantenía recogido. No hablaba mucho, solo se limitaba a avisarme que era hora de comer, que debía tomar un baño o que no debía entrar en algunos lugares. Me sentí como un crio en esos días, me inquietaba ser vigilado todo el tiempo y tener que depender tanto de otras personas.

Una noche me levanté asustado, las pesadillas habían vuelto a pesar que me habían dado de beber una especié de té con un sabor y olor muy fuerte pero que me había hecho dormir algunos días. Ya me encontraba bien, sin ninguna dolencia en mi cuerpo, parecía estar listo para alguna exigencia física; quizás debía hacer algo de ejercicio pensé en ese momento. Era una noche serena, estuve observando la luna un momento mientras escuchaba la reconfortante sinfonía de media noche, entre pequeños animales como grillos y ranas que parecían reclamar al cielo por algo de lluvia. Unos crujidos de madera que se hacía cada vez mas fuertes rompieron mi tranquilidad cuando al observar detrás de mí se encontraba aquella anciana cuya mirada fría e inexpresiva parecía ordenarme que fuese directo a la cama. De pronto un extraño presentimiento me invadió, un escalofrío que recorría mi cuerpo y en ese momento me percaté de que estaba rodeado por varias personas; no estaban muy cerca, estaban a cierta distancia de mi observando lo que sucedía en las sombras, detrás de las puertas y en lo rincones oscuros de los pasillos. Decidí ir a la cama sin formar alboroto pero aquello me había inquietado mucho, no me sentía como el patrón, ni como invitado, ni como inquilino solo pensé quera prisionero entre aquellas lujosas paredes.

Remembranzas




III


El sudor recorrió mi frente y un estruendo mi mente; como un rayo que surca el cielo, rompiéndolo sagazmente y en ese resplandor momentáneo desencadena un temporal inclemente. Un fuerte sentimiento de opresiva nostalgia, remembranzas abstractas, salvajes retoques en un lienzo manchado de sangre. Cada pincelada abre una brecha como un puñal en la espalda de su interlocutor, trazando líneas, tal vez palabras, un complejo mensaje… con el fin de estigmatizarme en carne viva.

Un grito ahogado interrumpió la calma, un sudor frio recorría mi cuerpo y entre espasmos mis brazos y piernas sucumbían ante un pánico inentendible. Recuerdo su voz, su tormento, sus palabras exaltadas y jadeantes. Presa de un pánico abrumador saltó de la cama, pidiendo ayuda, resguardo, calor y seguridad. Todo resumido en un amor y una pasión más sublime que el pánico que la atormentaba, era todo lo que debía saber ella, no tenia que temer a nada más que al propio fin de los tiempos. No habría final, era un sentimiento de eternidad y en el rescoldo permanecería latente en espera de un soplo vigorizante de esperanza. Entre toda la oscuridad nuestros cuerpos unidos emitían tal resplandor que las sombras languidecían ante el brío de voluntad que se imponía ante fuerzas más allá de nuestra comprensión.

El viento traía consigo voces, en las penumbras resguardadas en un manto lúgubre se encontraban mis pesadillas, asechando siempre alertas. Era un mar de desesperanza donde se sumergían alimañas, reptiles multiformes, criaturas abominables de extraño aspecto y naturaleza. Los pequeños devoraban a los más grandes, no había orden natural en tal desenfreno caótico. Los susurros mutaban al igual que sus nauseabundas siluetas, ahora más grandes y apabullantes reían a carcajadas, un estruendo incesante que amenazaba con hacer estallar mis oídos y mi cabeza.

Ya no encontraba fuerzas para mantener alejadas a las sombras que amenazaban con corromper nuestra santificada unión y en el fondo lamentaba sobretodo tu sufrimiento. Pude ofrecerme como un mártir y así liberarte de toda esa pesadilla, quise morir antes de verte sufrir aún más. No me lo perdonaré, definitivamente no lo haré ¡Oh! Ahora me limito a lamentarme, a llorar una perdida, a sufrir eternamente como un vil desgraciado que pecó por su impotencia. Ahora te veo contantemente como un alma en pena que busca arrastrarme hacia el abismo; no sé si por venganza u odio pero definitivamente no por amor. Mi conciencia a aprisionado todos los lamentos y se han transmutado en viles demonios que asechan en los rincones de esas miserables cuatro paredes. Ahora solo imploro misericordia ante la locura, que entre mis delirios de grandeza y más patética miseria la muerte llegue a mí antes que alguno de esos demonios. 


Continua en: http://laoscuraluzdelamente.blogspot.com/2011/12/prisionero.html

domingo, 11 de diciembre de 2011

Ratas Bípedas




¿Donde está tu pensamiendo?
¿Donde olvidaste tu cerebro?


Sin saber que has llegado tarde,
La muerte a reclamado su parte,
Sigues de pie y te crees importante,
Dejame decirte que eres un maldito ignorante,


Por cuanto vendes tu ideología, 
Tu mente está carcomida,
Es una maldita irnonía,


Hablame de vida y escupiré un bala perdida,
No me hables de realidad solo limitate a fantasear,
Tus neuronas acaban de estallar,

Reclama tu ignorancia,
Finge elegancia,
Flajela tu propia esperanza,
Limitate a ser tu propia desgracia,


Da un paso al frente y veras como te reprenden,
Da un paso atrás y ni te preguntes donde estás,
Da un paso al conformismo y reniega tu existencia,


Sobre una linea muy delgada,
viven seres cuya inteligencia les ha sido negada,
O que por dinero les ha sido cambiada,
Son ratas humanizadas,


¿Donde está tu pensamiendo?
¿Donde olvidaste tu cerebro?
En un escusado, 
bajo una alcantarilla,
Sinonimos de su patética vida.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Deseo consumado

Continuación de: http://laoscuraluzdelamente.blogspot.com/2011/11/paranoia-elocuente-incoherente.html






II


En medio de un pueblo rodeado por montañas, un valle, un gélido aliento emana de las cumbres y un bosquejo que se dibuja en mi mente de ese momento. Un instante de admiración, mi vista se enfocaba hacia el horizonte, hacia aquel tumulto de nubes grisáceas que haciendo un contraste entre su gris y el blanco de la nieve daba una perspectiva algo lúgubre al paisaje. El frio se cuela entre mis ropas, helando hasta mis huesos. No puedo evitar preguntar el ¿por qué? De mi afán de buscar una respuesta. Lo que en el polvo a caído se consumirá en el olvido… Intentaba persuadir a la razón o tal vez a la locura de no continuar con ese juego, con esa febril obsesión que me impulsaba a creer que debía conseguir esa respuesta pero no había manera, era algo inútil. Era como razonar con un idiota, hacerle entender a un ignorante… ya no había manera.

Aquel pueblo era más bien una ciudad repleta de personas, carretas y animales pestilentes además de los pobres. Los mercaderes anunciaban sus mercancías, las prostitutas te tentaban con cuerpos tan hermosos como mancillados y al mismo tiempo algún sujeto siempre intentaba persuadirte de darle dinero mientras planificaba la forma de robarte. Era un centro de impío regocijo rodeado de un consagrado paisaje; pues la naturaleza es lo más cercano a la obra de dios y todo lo que es tocado por la mano del hombre se convierte en perversión.

Pregunte a un comerciante por el símbolo en aquel colgante y me señalo una ruta, una mansión a unas calles de acá. Un lugar donde los aristócratas  solían reunirse en sus fiestas de exuberante derroche, donde el objeto era “socializar”. Al estar frente a la mansión quede asombrado por la exuberancia de aquella construcción, no solo eso, cada rincón desde el enorme territorio que ocupaba el jardín hasta su fachada era una exageración al lujo. Todo resaltaba, como si tuviese brillo propio, pero no era así… pues era la ciudad que se opacaba mas allá de la miseria; en ese momento creí estar entre un cuento de hadas y la cruda realidad. No imaginé la forma en que podría colarme dentro, sabía de alguna forma que debía entrar, me dispuse a entrar rodeado de una muchedumbre bullosa y ajetreada, los guardias en la puerta hicieron caso omiso y logre mi cometido. En el interior observe atentamente mi alrededor detallando aquellos adornos enchapados en oro, vajilla de plata, cortinas de seda y aquellas lámparas; su resplandor parecía resaltar la exuberancia de la mansión.

Una cantidad de personas en el salón, un deseo de encontrar la salida pese a la presión de tanta compañía. Enfoque mi atención en el interior de la mansión, entre colores blancos dorados, cortinas color sepia que contrastaban con los candelabros y otros adornos de oro. Una alfombra roja se extendía por el pasillo principal, todos caminaban sobre ella, parecía indicar el camino hacia la sala principal donde se llevaba a cabo la reunión.  Mi traje era lo suficientemente elegante como para eludir la mirada hambrienta de tantas fieras con corbata y vestido. En un ritmo somnoliento, apasionado y romántico fui atraído al centro de la sala movido por una regular danza de fieras enmascaradas, sueños rotos y creencias impuras disfrazadas rectitud insensata. Una moral paradójica irreverente y locuaz.  Un mezquino sentimiento de repulsión emana por mi cuerpo. Rechazo a un ambiente sobre saturado de inmundicia humana, son los cuerpos que en inercia danzan al ritmo de un vals de monotonía. Entre cuerpos distantes, rostros esbozados en hipocresía y existencias vacías te ví…

Me abrí paso entre la multitud, hombres y mujeres que complementaban un ambiente de euforia siempre atentos a las figuras en el centro de aquella gran sala. Las figuras de aquella fiesta, el conde Brantz y su hermosa hija Tabita. Siempre sonriente, con un semblante tan cálido que con solo mirarla fijamente provocaba que mi corazón flaquease.

Me detuve un momento a admirarla, su cabello tan vivo como el fuego, sus labios fogosos y sensuales. Di un paso al frente con ánimo de dirigirle la palabra, no podía articular bien mis palabras salvo un pequeño discurso de presentación. No fue la mejor impresión que pude dar y por supuesto no fue una entrada triunfal a su corazón, las puertas se me cerraron en mi propia nariz.

Tan esquiva y lejana que no pude siquiera alcanzar a tocar su mano. No hay razón por la cual se me deba negar el privilegio de un nuevo intento, de la felicidad sobre cualquier sacrificio. Mi alma podrá desvanecerse entre las manos del mismo Lucifer pero estoy seguro que te alcanzaré.
Su mano se acerco a la mía, estuve a centímetros de estrecharla. Una inoportuna interrupción arruino mi entrada y de inmediato su atención se fijo en un joven apuesto, miembro de una familia acaudalada. Mi reacción fue tardía, la oportunidad se esfumo y aquel sujeto me la arrebató, simplemente inaudito. Un momento de confusión, no lograba expresar aquello que perturbaba, un momento a solas fue suficiente. En el baño, mi imagen parecía distorsionarse frente al espejo y mientras todo daba vueltas la ira se desbordó, hice añicos aquel perturbado reflejo y escape de ese lugar.

Acá todo perdió sentido para mí, unas pocas palabras habrían de poder despertar nuevamente a aquel ser justo y honorable. Fui tirado al vacio en un instante, fue mediante las risas que observe un reflejo en mi mente. Entre lágrimas apaciguadas, risas descontroladas y un pavor en dos brillantes cristales azules, languideciendo lentamente. En aquel patio de juegos, la luz de media noche reflejada en la fuente de mármol donde dos pequeños ángeles jugando; ahora eran testigos de un momento tanto lúgubre como triunfal. Ya las ánimas comenzaban a aclamar su alma, la parca había hecho su trabajo, sin sonrisa ni brío su cuerpo se desplomó.

Ahora me encuentro en el suelo para dar el último aliento no a este cuerpo sin vida, a este cadáver maldito que dejo su corazón en una caja de odio y horror. A este cuerpo que perecido tras un trance de pasión y lujuria. De rodillas ante el fracaso me vi forzado a salir inmediatamente asqueado, sumido en un odio intenso, grabado tanto en mi mente como en mi mirada.

Un caos desatado, la alarma se desato en el mismo instante el que pude salir de auditorio, los gritos se hicieron casi palpables al unísono. Quise arrojar todo al vacío, al olvido y a la perdición; mientras me abría paso entre un sinfín de seres aborrecibles. Comprendo la sensación, la sorpresa, el miedo y la intriga de ver un cuerpo sin vida en plena fiesta. Luego caigo en cuenta de que todo aquello había sido solo una ilusión, visión o premonición de algún suceso. Recobre el conocimiento, estando de rodillas mirando fijamente hacia el techo, hacia el cielo e incluso más allá. Noté como me observaban intrigados, intrigados y aún más que eso asustado.
Me pongo de pie rápidamente para lograr salir de aquel lugar, era algo apabullante y sofocante; las voces, risas y miradas acusantes. Cada vez la sensación de cercanía al recuerdo era más fuerte, como un frío entre mis entrañas, helaba mi sangre y mis pulmones. Corrí hacia el patio trasero donde inmediatamente me desplome frente un hermoso jardín lleno rosas blancas y rojas, amapolas, jazmines entre otras. Los arboles esculpidos en diversas formas, pilares, cisnes y hasta una liebre.

Quede algo atónito por lo que veía ante mis ojos, recobre el habla cuando una hermosa y rubia dama se acerco a mi intrigada por mi extraña actitud. Ella de inmediato intento atraer mi atención, llamándome y al no lograrlo toco mi hombro. Mi reacción no fue muy sutil, mi cuerpo se estremeció de tal forma que voltee bruscamente en señal de defensa.

Ella de inmediato dio un paso atrás, tomó distancia y respiro profundamente para apaciguar el susto. “No quería asustarte” musitó, su rostro se había vuelto más pálido, sus movimientos eran algo torpes y en el momento en que la vi desplomarse al suelo me arroje hacia ella para tomarla entre mis brazos. Logré sentarla en un banco cercano, había perdido el conocimiento y luego de unos minutos lo recobró.

Al despertar tomó aire con todo lo que daban sus pulmones y al observarme fijamente a los ojos se sorprendió de tal manera que se levanto rápidamente, sonrojada y algo asustada miró a su alrededor percatándose de estábamos a solas y con intenciones de correr, escapar de su acosador (en este caso yo) tropezó torpemente y cayó al suelo. Me apresuré a ayudarla a levantar pero al parecer no confiaba en mí pero pese a mi insistencia pude lograr convencerla de no amenazaría su integridad física.

“Quiero observar por una vez el cielo, respirar el aroma de las flores  y admirar la belleza que se me negó desde mi nacimiento, confinada siempre confinada” Confesó mientras soltaba un largo suspiro, sus ojos se humedecían y centellaban… Rompió en llanto en aquel instante y realmente me sentí impotente, solo pude abrazarla y darle algo de calor en esa tarde de otoño. La observe inmutado tanto por su belleza como por sus palabras, no quería dejarla sin embargo quise buscar algo de agua para ella. No tardé mucho tiempo, unos cuantos minutos y al volver me percate que la silueta de su cuerpo ya no se encontraba dibujando ese paisaje, ya no estaba y la desilusión desquebrajo mi alma en aquel instante.

En el salón principal, allí estaba aquella mujer que había visto anteriormente en el patio, tan hermosa. Me dirigí hacia ella decidido obsequiarle un verso, derramar mi pasión con desenfreno, con mi mirada, mis palabras, mi lengua con su lengua y mi mano en su entrepierna. No me juzguen por ser lascivo, la perversión forma parte esencial del subconciente y yo como buen pecador no me limite a imaginar que la besaba, la desnude con la mirada y mis manos no se limitaron a solo acariciarla. A pesar de verla tan pura e inocente mi imaginación mansillo su virginal semblante. Su imagen me había cegado pero ella estaba mirándome fijamente mientras caminaba junto a aquel sujeto, dándome la espalda miró sobre su hombro por el rabillo del ojo y me dedico una sonrisa pícara. Ahora sí, el odio es la “verdad”… porque no acercarnos a la realidad, por más bizarra que parezca los sucesos no siempre se adaptan a una normativa, no existe algo que los rija… No observe una situación sin sentido en la que me veía más que comprometido emocionalmente.

Maldije más de una vez, me acerque a cualquier otra y la seduje hasta llevarla a la cama, siempre pensando en ella… No había remordimiento pero si un resentimiento incontrolable, una pasión dirigida por la lujuria. Con afán a desnudar el encanto, dejar el desespero inmutado. La damisela o mejor quizás mujerzuela se sacudió incesantemente y sus gemidos y quejidos eran silenciados levemente por mi mano. Una habitación totalmente cerrada, las cortinas no daban paso a la luz y el polvo abundaba pero no había razón por la cual tuviese que preocuparme por eso en aquel momento. Sin embargo, algo me inquietaba, era el golpeteo y gritos de la habitación contigua. Sabía muy bien lo que sucedía y sin embargo allí estaba fornicando con una mujer cualquiera, una desconocida. Lo único que quería en ese momento era una excusa para poder estar en esa habitación, sufrir como un vil condenado y a la vez usar un poco mi imaginación.

Mis instintos fueron claros, en aquel instante era incontrolable el deseo y la idea de tenerla entre mis brazos. Me dirigí directamente hasta aquella habitación alejada, subiendo escaleras y entre pasillos que guiaban hasta sus aposentos. Su fina voz se escuchaba claramente, sus gemidos eran tan claros que me hicieron comprender inmediatamente de lo que ocurría. Aquella escena era más que un espectáculo, para mí era una tortura imaginar que alguien más que yo mancillaba su cuerpo que era más expresión artística era una obra de dios o del mismo demonio. Su lienzo solo podía ser pintado por una expresión clara de la misma existencia, de la fábula ingenua de los ritos y de los signos de la humanidad en decadencia. La realidad en su esplendor, su esplendor en su estado más puro, sin mayor brío ni menor importancia… quizás no se entienda pero, así lo pienso. Era la representación de un infinito aquelarre.

Mis labios rompieron en sangre, no había más dolor que experimentar ese suceso. No pude borrar aquella imagen de mi mente, sinceramente era algo que difícilmente podría escapar de la mente de cualquier hombre. Quise intervenir pero entre mi cobardía solo escapé a la realidad y corrí a los brazos de la dulce mentira.

Un último grito se escuchó en la habitación contigua y, algo asombrado solo imagine la majestuosidad del furor de esa mujer. Mientras yo seguía incesante guiado solo por una loca fantasía más que el mismo placer que me provocaba la mujer a mi lado. Luego de terminar, me levante y tome mis prendas, en aquel momento un pequeño ruido se escuchó en el rincón de la habitación, algo extraño como si algo rodara por la alfombra y golpeara la mesa junto a la cama. No había suficiente iluminación como para poder ver lo que era, tome un cerillo que guardaba en mi bolsillo y lo encendí. Para mi sorpresa, estremecido por lo que acaba de ver, retrocedí y caí de espalda asombrado y aterrorizado, mi corazón latió de una manera anormal y el sudor frio que emanaba de mi cuerpo. Allí estaba aquella imagen casi circular y sus dos brillantes ojos me enfocaban a mí, ¿¡era una cabeza!? Quizás producto de mi imaginación. No, sin duda eso era, ese olor a muerte, ¿Por qué ahora? No comprendía…


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