viernes, 25 de noviembre de 2011

Imagen de lo impensable: Pasión y locura.







Prólogo


El mundo gira mas a valores y normas impuestas por un grupo de imbéciles que por el razonamiento individual de cada ser humano. Mi mente es diferente no estoy atado a esas reglas sociales. El tiempo estigmatizó una idea en mí, aquel castillo de naipes tan frágil y exuberante se había levantado en mi mente, en mi interior como para creer que era alguien único en este asqueroso mundo. Soy el vocero e intérprete de la realidad de esta tierra maldita, veía con desprecio como todos acudían al llamado de la necesidad, no acudían al auxilio sino al desprecio en un acto maquiavélico de pisotear los pequeños sueños de otros. Así vi como funcionaba todo, siempre se pisoteaba los ideales del pobre para que así necesitara forjar unos nuevos pero a costa de un valor, algo de lo que se lucraría algún infeliz adinerado, un feliz infeliz.

La luz que se reflejaba de aquel cristal blanquecino, tan puro en centellante fue perdiendo lucidez, así como el concepto de “bien, justicia y equidad” una corrupta inocencia. Es más sencillo enumerar los pecados que contar los suyos propios, o mejor dicho ¿Qué castigarles? Un momento en el que detengo el tiempo frente a mis ojos, la reflexión de mis actos es muy minuciosa y mi conciencia juega un papel crucial. En el momento en el que mi conciencia muere, la reflexión se convierte en un acto instintivo y los actos son guiados por una personalidad alusiva al pecado.

No remordimiento en mis actos, pero todo deja una secuela grabada tanto en la mente como en el cuerpo un estigma grabado por fuego y sangre. Soy un redentor en mi propia mente, de mi propia conciencia o ¿inconsciencia? Allí el dilema.
Podría abordar cientos de pequeñas obras en mi mente, todo perfecto, como en una escena de teatro. Romanticismo, entre los actos de parejas que desean felicidad, añoran romper un sueño y convertirlo en actos. Podría hacerlo pero todo cambia en giros que simulan una realidad más acorde a lo que he vivido, nada esperanzador…

La vida, el destino, dios o el demonio como quieran llamarlo podría cortar tu cuello y dejarte sin habla; en un agonizante instante observaría lo que perdiste, lo que soñaste y al final la consecuencias de tus actos. Todo disperso y a la vez enmarañado en cientos de partes, pequeñas luces… “Entre la luz más intensa hasta la esperanza puede llorar”

I


“Nos vimos entregados a perder el aliento en aquel instante, sobre aquel fogoso sentimiento en el que rebozaban nuestras almas unidas por el desenfreno, la pasión. Media noche tras los matorrales y un lucero vigilante, astro que en el cielo ya oscurecido desvela dos cuerpos intimando, amándose. Nada mejor que descansar entre las flores. El viento sacudía, llevaba con sigo el dulce néctar de las flores, un aroma afrodisiaco. 

Fui tras ella atraído por el brillo de sus ojos, el reflejo de la luna en su mirada y, en aquella luz que nos cubría entre tanta oscuridad; como aquellas obras de teatro a las cuales estaba tan habituado a asistir. Ahora todo era real, sus labios, su busto y caderas estallando en placer junto a mí.

Rizos fogosos avivados por vaivén del viento y de nuestros cuerpos. Nuestras voces se ahogaron durante un último instante hasta perder el aliento, nuestros labios se entrelazaron y antes de recobrar la conciencia su silueta dibujada angelicalmente entre mis brazos ya no estaba... Amada delincuente de cuya fechoría he sido víctima. En la impunidad ha quedado tu crimen pues te escabulliste rodeada de flores y clamores de mi parte. Osaste robar mi cordura pues la soledad es suficiente tortura. Niégalo por todos los medios, hoy serás mi víctima, mi presa y yo seré tu digno ejecutor sin duda ni lamento.”

Mientras escribo todo desaparece. Versos en prosa, mi vida se acorta. Desatiendo tu recuerdo, mutilo tu reflejo. No hay verdad que permanezca inefable, ni mentira que se desvele hasta la media noche del caos. Entre la oscuridad ni nuestro destino es claro, lo único cierto es la muerte, acéptala. No hay mejor altar que mi propia alma ni mejor pedestal para tu sangre que mis manos.
No me siento afable, mi mente juega con tu cuerpo lascivo, semidesnudo, en premura... mis manos no se limitan a palpar tu semblante extasiado, labios punzo cortantes que amenazan con corta mis palabras, interrumpir el silencio, soltar un gemido. Soy un ser imaginativo que ante el desprecio se siente más creativo.

La pasión es exquisita pero momentánea, tu silueta en mi almohada solo es reemplazada por tu prolijo perfume, tan provocativo como desesperante. Usar tu cuerpo como un objeto de mis artimañas, no opusiste resistencia, no te limitaste en este juego de pasiones y te entregaste al pecado, aceptaste lo inevitable aunque fuese inconscientemente.
Entre mis manos solo hay lodo, estoy de cara al piso besando el fango, arrodillado ante el cielo y sobrecogido por la lluvia, tu nombre me altera aun mas, corrompe mi paz, envenena mis sentidos hasta la inconsciencia.

Un sueño mal concebido, una esperanza labrada en una mente infértil… no de ideas, ni de pensamientos; ojala así fuera pero el constante, revuelo de las ideas convulsionan en un vaivén enfermizo. Ya hoy seque hasta la última gota de mi botella de ron, no hay delirio que merezca serlo sin ebriedad. La sobriedad te vuelve al estado amargo donde la conciencia te ínsita a la rectitud o al odio a tu propia existencia.

Ahora acá estoy, en medio de una impotencia, de una resaca y con miedo a volver a la sobriedad. No hay peor momento en esta vida que reencontrarse con la voz que te escupe lamentaciones e improperios. No acepto las palabras de la soledad pues ella siempre te dejará aludido, rechazo la caricia de la muerte pues ella te dejara en el olvido.
Dos velas y una botella de vino, una mirada fija hacia un rostro distraído y apesadumbrado. El silencio, una para del miedo mismo que encierra tu voz y cose tus labios solo el chasquear de las brasas de aquella chimenea interrumpían esporádicamente ese apacible momento. En el rincón de la habitación podía vislumbrarse un gran estante junto a un viejo y polvoriento librero, la luz del fuego iluminaba especialmente al segundo como si apuntara con el dedo algo importante. De inmediato me enfoque en el estado de aquel inmueble, estaba algo sucio y descuidado como si nadie se preocupara por mantenerlo en buen estado. 

No hay preocupaciones mientras desfallezca junto a una botella de un buen vino, el plácido silencio y las voces de mi mente rigiendo, quejándose y retorciéndose de dolor, odio y agonía. He visto esa imagen, es un recuento blanquecino de una turbia memoria, o tal vez ¿vida? ya hoy en día no hay duda de que todos los astros en el cielo me ha abandonado. Me atrevo a escribir cualquier cosa que pase por mi mente, notas vagas sin calidad artística. El clima ha empeorado, no solo afuera sino adentro en mi mente no puedo dejar de darle vueltas al asunto. Las ideas no son muy claras, eso es lo que quisiera decir, dar un indicio de que lo estoy olvidando pero... ¡no!
Una taza de té frente al fuego, avivado por la poca leña que conservaba. La noche se avecina y el viento parece jugar a hacer voces, llamados entre las sombras que acechan mi cordura. El crujir de la madera me exaspera aún mas, ¡Déjenme en paz! maldición...
La puerta suena, un sonido incesante a un ritmo que se acelera. ¡No para! no se detiene ante nada. Mi mano se desliza por la perilla de la puerta hasta abrirla, semblante avasallado por un largo viaje, por el clima y, por algo más.
Aquel hombre se derrumbo frente a mí en cuanto abrí la puerta. Procuré darle los primeros auxilios, parecía sufrir algo de hipotermia pero algo que me extrañaba es que repetía incesantemente una frase inentendible para mis oídos en ese momento.

Aquel hombre no recobro el conocimiento en un buen rato, no paré de examinarlo mientras pude. No poseía nada de valor salvo de un reloj de bolsillo y algunos cuantos chelines. Examiné cuidadosamente el reloj y este estaban grabados las iniciales "M&B" y dentro había una fotografía que supuse era su familia. 
Aquel hombre postrado en el rincón de la habitación, parecía algo somnoliento y apesadumbrado. Apenas pude lograr ver sur rostro cuando noté algo extraño en sus ojos, su mirada carecía de vigor, una mirada fría como la de un cuerpo sin vida.
Procedía a levantarlo para ponerlo cerca del fuego cuando vi una nota en el bolsillo de su chaqueta. No pude contener mi curiosidad y procedí a abrirla, El papel con que se había escrito estaba algo corroído y solo decía "Se quién eres".
Devolví la carta a su sitio algo desconcertado y dirigiéndome hacia la cama decidí tomar una siesta. Esa noche fue difícil, algo me inquietaba y perturbaba mi sueño, no confiaba en el sujeto que yacía en el suelo dormido; pues las pesadillas que llegaron ese día parecían el presagio de un desastre inminente.

Aquel sujeto se levanto repentinamente, hurgo en el bolsillo de su pantalón y saco aquel reloj, observo la hora y en un gesto de preocupación se encamino hacia mí. No sabía cómo reaccionar ante aquello pues, solo vislumbraba una silueta negra y en sus ojos solo un surco rojizo y tenue.

Mi cuerpo no lograba moverse, el pánico o quizás ¿era un sueño? Se postró en el esquinero de mi cama y extendiendo su mano me arrojo el reloj. Alejándose lentamente la imagen fue disipándose hasta que desaparece.

Un estruendo, aquel sonido centellante que me hizo recobrar el sentido. El clima había empeorado en aquellas horas, es más no sabía cuánto había dormido o si aquello había sido real. No había sido más que un sueño, observando atentamente el cuerpo no podía creer que se levantara tan fácilmente en semejante estado en el que se encontraba. 
Me acerque a inspeccionar el cuerpo, su temperatura parecía haber subido a niveles normales. Intente despertarlo en más de una oportunidad pero no había modo de hacerlo reaccionar; su rostro frío y taciturno solo se asemejaba a la de un cuerpo sin vida.

Me di vuelta de nuevo y observe en mi cama un objeto dorado que brillaba en el esquinero de mi cama. Era el reloj, no podía imaginarme como había llegado hasta aquí, podría jurar que lo había dejado en su bolsillo. ¡No fue un sueño! la idea de que solo quiera asustarme me enferma, maldito, ¡maldito sea!

Entonces, Observando fijamente el cuerpo envuelto en aquellas sábanas, inmóvil y sin ninguna señal de vida. El miedo se apoderó de mí, una paranoia que me obligo a realizar una acción propia de un vil asesino. Mis manos se deslizaron por su cuello, decidido a tomar su vida, a no dejar que hiciera lo mismo conmigo yo tomaría su vida antes. Estruje su cuello con fuerza pero en aquel momento sentí gélido el cuerpo del occiso. 

Su cuerpo presentaba contusiones, heridas provocadas por animales tal vez... y aún mas estremecedor era que parecía haber muerto ya hace muchas horas. No imaginaba las razones por las cuales estaba en tan mal estado; es más, no podía pensar en algún motivo por el cual había llegado hasta esta cabaña entre las montañas.

Estoy reconfortado, el alivio de no cobrar una vida con tus propias manos pero aún así el sentimiento de haber despreciado una vida, de no importarte las consecuencias y usar el significado de la muerte como una simple herramienta; Me convertí en ese instante en un vil asesino.

El pensar que debía deshacerme del cadáver, un sentimiento tan extraño, como de suciedad; mis manos manchadas por un crimen, un acto catalogado como un taboo para la sociedad. No era el culpable de su muerte pero ante mis ojos yo era una persona detestable capaz de quitarle la vida a una persona.

Cavar la fosa fue un trabajo duro, las reflexiones abandonaron mi mente un instante mientras me obsesione por cavar cada vez más profundo aquel agujero. Hasta el momento en el que arreció la tormenta. Mi cuerpo comenzaba a entrar en un estado de hipotermia, reaccioné inmediatamente y apresurándome deposite el cuerpo y lo cubrí. 

Las pesadillas no se detienen, la imagen sombría en el rincón de la sala estaba siempre presente en mi mente, era algo tan real que confundí la realidad de aquello que había estado soñando. La imagen blanquecina de mis más preciados sueños se había manchado, ya ni siquiera estaban presentes. La conciencia estaba haciendo estragos en mí hasta el punto que no pude conciliar el sueño. A cierta hora de esa madrugada, la vi nuevamente pero esta vez no era un sueño, ¡era real! Mis brazos y piernas atados por el pánico, sin poder articular ninguna palabra observe cada instante como se acercaba lentamente hasta dejar en el esquinero de mi cama otro objeto. 

Desperté nuevamente ¿o tal vez nunca dormí? Lo cierto fue que esa mañana pude pensar con claridad. Al darme cuenta sostenía en mi mano derecha aquel reloj, apretándolo fuertemente. Los remordimientos de conciencia ya habían hecho estragos en mi mente y mucho más en el despojos de mi cuerpo. Una botella de whisky fue mi único sustento, mi única compañera en aquel fatídico momento. 

Ya había pasado algunos días, la necesidad de alejarme de aquella caja, polvorienta, lúgubre y desolada. Recogía algunas de mis pertenencias y decidí encaminarme hacia donde mis peores pesadillas se encontraban.


Continua en: http://laoscuraluzdelamente.blogspot.com/2011/12/deseo-consumado.html

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2 comentarios:

  1. Excelente, sobre todo imágenes creadas, esas frases cortas con pensamientos profundos, marcan al lector, son firmes. " No hay mejor altar que mi propia alma ni mejor pedestal para tu sangre que mis manos." un ejemplo de ello. Relato oscuro que juega con la mente. Me gusta!!

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  2. Gracias por leerlo y dejar tu crítica :). Siento que esta historia es la mas elaborada que he escrito pero todavía tengo mucho por mejorar... Publicaré el resto luego, todavía me faltan unos detalles.

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