CAPITULO II
LA INICIACIÓN
Para Damian el recorrido hacia su
destino fue muy corto pues, tan pronto como caminaron fuera del edificio sintió
un golpe fuerte en su cabeza. Lo último que escucho fue:
-
¿Qué hiciste? ¡Pude dormirlo!
-
De esta forma es más entretenido -dice soltando
una carcajada-
Caminan fantasmalmente por las
calles y callejones de la ciudad, siempre dirigiéndose a lugares poco
concurridos, espacios abandonados por la sociedad; pues, en la noche era otro
lugar, un sitio totalmente diferente al que se lograba ver de día, donde las
pocas almas retorcidas que caminaban por aquellas aceras eran borrachos,
drogadictos y vagabundos.
Luego de llegar hasta una
estación abandonada avistan una limosina detenida en medio de la nada. Al
acercarse un indistinguible sujeto sale del auto y abre la puerta trasera en
signo de cortesía al grupo que aborda el automóvil.
El sujeto se sienta en el asiento
del conductor y repentinamente pisa el acelerador. Mientras conduce no deja de
acelerar y su modo de conducción no es muy bueno.
Ey, ¿Qué haces? Conduces como un
maldito desquiciado –exclama Julius-
Al cabo de un minuto de silencio
el sujeto solo dice: “Gracias, hago lo mejor que puedo” luego suelta una
carcajada propia de un demente.
Acelera, vamos a morir ¡sí!
¿Pero qué dices? Haz algo
largote, di algo.
Algo -se limita a guardar
silencio-
¿Es que tienes miedo? Pobre niño…
¡Cállate! Maldita, vas a morir
cuando termine esto, al igual que tu maldito conductor. ¡¿Estás drogado o algo!?
Sí, ¿por qué? ¿Quieres un poco?
Después de arrollar a un par de
animales, el conductor parece más excitado, solo enciende el limpia parabrisas
y derrapa el automóvil perfectamente en las curvas como un conductor
profesional. Los gritos de emoción y pánico se desatan dentro del automóvil
mientras el auto se sacude turbulentamente hasta frenar estrepitosamente en la
orilla de una acera, frente a una vieja casa. Al detenerse sale
desesperadamente Lucius, mareado y confundido.
-
¡Maldita sea! ¿Dónde has aprendido a conducir?-
exclamó muy enojado.
El conductor se limita a no
responder a la pregunta y mueve el vehículo nuevamente.
-
¿Demasiadas emociones para alguien de tu edad? pregunta
riendo entre dientes.
-
¿Qué quieres decir? Sabes que esto es solo
apariencia…- responde mientras le dedica una mirada amenazante.
-
Eso hace peor las cosas ¿no? Mejor dicho las
hace ridículamente más graciosas
-
Quita esa cara de perra complacida, antes de que
la deje irreconocible y aún más horrible de lo que verdaderamente es. Le señaló
con un tono algo burlesco e irónico.
-
¿De qué hablas? Soy hermosa y provocativa, ¿Qué
no lo ves?
-
Recuerda que puedo ver a través de tu presunta
“belleza”
-
Maldito enano endemoniado, ¡te arrancaré las
pelotas!
-
Eso quisieras, ¿verdad? Al parecer tienes mucha
hambre
-
¡Ya lo verás!
Ambos continuaron hasta llegar a
la puerta de aquella casa. La fachada de aquella mansión señalaba que era muy
antigua, de mitad del siglo XVIII. Se encontraba en condiciones casi precarias,
al parecer abandonada y transmitía esa sensación de horror o peligro; tal como
si algo adentro amenazara y observara atentamente.
Sefi se acerca rápidamente a la
puerta y con un gento de inquietud no pudo resistir el no tocar la puerta.
“Toc, toc” tocó despacio pero luego toco cada vez más rápido y con fuerza, con
desesperación. En ese momento Julius detiene su mano y le grita fuertemente al
oído “¡Cálmate!”, Se han percatado de nuestra presencia desde el mismo instante
en el que pisamos este lugar.
Recobró la conciencia en una
cutre y abandonada mansión, apenas podía divisar algunos cuadros en los viejos
muros y algunos muebles cubiertos por una tela blanca. Nervioso y adolorido por
el dolor de cabeza causado por aquel golpe que le propinaron, apenas caía en
cuanta de lo que le había sucedido. Era obvio que lo había raptado, “¿Qué rayos
quieren hacer conmigo?” se pregunta temeroso, en ese instante su inquietud se
agudiza al recordar la cantidad de asesinatos acaecidos en la ciudad. Presa del
miedo y la desesperación intentó zafarse de las cuerdas que sujetaban, cansado
y sin tener éxito en liberarse solo puede arrastrarse por el suelo como una vil
lombriz. Decidido se encamina hacia una vieja chimenea apagada donde logra
divisar una herramienta con la que podría desatarse. En aquel momento escucha
un par de pasos, el indicio de que alguien se aproxima, se retuerce en el suelo
e intenta romper las cuerdas. De pronto, escucha una risa y algo lo toma por
sorpresa, tomándolo como una simple maleta y lo lleva por un pasillo iluminado
solo por velas.
Damián desesperadamente se mueve,
intenta zafarse de las ya debilitadas cuerdas y en ese momento cae al piso
fuertemente. -“Escucha muchacho, no te lo repetiré: Mantente sereno…”- dijo
aquel hombre con una voz amenazante, luego de aquella amenaza le propina un
punta pie en el estomago dejándolo aturdido. Aquel sujeto lo toma nuevamente y
se acerca a la puerta del fondo, dándole una fuerte patada logra abrirla y casi
tumbarla, arroja a Damián al suelo como un saco de papas adolorido lo maldice
mientras jadea y balbucea palabras sin sentido.
Aquel sujeto suelta una risa
maníaca y al escucharlo jadear vuelve a patearlo una y otra vez regocijándose
de su sufrimiento. En ese momento se escucho una voz femenina que ordenaba el “Alto”
con una voz autoritaria. -¡Tráelo a mi despacho enseguida!- ordena aquella voz proveniente del final del
pasillo. –Ha sido tu día de suerte pequeñuelo- dijo aquel sujeto mientras lo
tomaba por un pie y lo arrastraba rumbo a la habitación al final del pasillo. Las
sombras nunca estáticas danzaban junto al movimiento de las llamas de los
candelabros, donde la brisa no alcanzaba parecían moverse frenéticamente.
Luchando, aferrándose a lo que
podía para no ir hacia aquel lugar, “no había nada bueno allí” se dijo a él
mismo mientras sus manos maltrechas ceden frente a su agresor. En ese momento
el hombre se detiene y observa una soga, de inmediato se vuelve para atarlo –¡Fantástico!-
exclamó mientras sujetaba la cuerda y lo miraba despiadadamente. -Ni se te
ocurra atarme- le responde Damián mientras intenta ponerse de pie pero de
inmediato cae de rodillas. –No puedes hacer nada así que no te resistas, es
solo por precaución-. Mientras se acerca, Damián levanta sus manos como gesto
de resignación, se arrodilla para atarlo pero en ese momento la cabeza del
muchacho impacta su rostro. –¡Maldición!- exclama mientras cae sobre su espalda
con el rostro ensangrentado y luego continua -¿Qué es lo que pretendes haciendo
esto?- le pregunta a lo que Damián responde –Nada pero no podía hacerte las
cosas sencillas ¿o sí?- mientras reía débilmente. -Ya me he cansado de esto, te
llevaré y no te resistirás- Le explica mientras lo ata de manos y piernas. De
inmediato lo carga como una simple maleta y, tras abrir la puerta lo arroja
bruscamente dentro, de inmediato le propina un puntapié en el estomago. La
habitación no estaba muy iluminada salvo algunos candelabros encendidos en
torno a un escritorio dono se encontraba sentada una mujer de tez pálida,
cabello de un rubio tan intenso que pareciera arder, mejillas algo ruborizadas por el maquillaje y un atuendo no muy común, un vestido largo de
color ocre, muy al estilo victoriano, en contraste a la antigüedad de la casa.
-
Alto, detente de una vez, para ya de jugar.
-
Pero esta pequeña rata solo tiene un rasguño.
-
Te he dicho que dejaras los juegos de una buena
vez.
-
Solo quería darle la bienvenida, eso es todo
–aclara con voz balística-
Aquella dama con tez agraciada
camino lentamente en dirección hacia aquel hombre, su abanico cubría su rostro,
ocultando la expresión de su rostro. Sus ojos, como cuervos picando un cadáver
putrefacto se posaron sobre los de aquel sujeto. Aquella persona se contorsionó
de manera terrible, desplomándose al suelo en pánico, los gritos no eran
entendibles pero su rostro reflejaba terror y sufrimiento. Julius se acerca
impaciente desde el rincón de la habitación, aquella mueca en su rostro solo
insinuaba lo que pretendía, solo divertirse. -¡Estoy harto de ti! Asqueroso humano,
ahora calla-. Grita mientras con un movimiento brusco introduce su mano la boca
de aquel hombre y arranca su lengua.
-
Aquí tienes Sefi, un bocadillo
-
¿Quién te crees? Mocoso insolente…
-
¿yo? El que te da de alimento, ¿o es que te
apetece otra cosa? En ese caso puedo complacerte.
-
Ahora que lo dices –masculla levemente-
-
¿Qué has dicho?
-
Nada, no haré lo que dices…
-
¡Silencio! –intervino aquella mujer-
De inmediato Damián atrajo la
atención de todos. El silencio, solo se escuchaba las ramas de los arboles
rozar con la ventana de la habitación. La habitación que estaba casi totalmente
a oscuras fue iluminada con varias velas y candelabros. La mujer de fina
vestimenta camina lentamente y con gracia hacia él, en su mano lleva consigo un
frasco transparente con un extraño líquido rojo. Damián observa atentamente
mientras yace frente a él inmóvil. “Muestra respeto gusano” –exclaman mientras
lo obligan a arrodillarse-. Mientras él se encuentra temeroso e inmutado, su
mente nublada por el pánico ya imaginaba la manera en la que esos sujetos
acabarían con su vida, iba a terminar siendo algún tipo de sacrificio de un
culto satánico. No bastaba con llevar una patética vida, dentro de una sociedad
pre juiciosa y exclusiva de la que él no formaba parte; entonces, ¿Por qué a
mí? -Pensó-.
-
¿por qué a mí? ¿Qué harán conmigo?
-
Relájate todo terminará rápido.
-
Lo sostendremos mientras usted le da de beber
del frasco
-
Un momento, no será necesario –responde la mujer
acercándose a Damián-
Extendió su mano para acariciar
su mejilla, una simple caricia parecía hacerlo caer en un estado de éxtasis,
sumiso como un cordero o como un perrito jadeando y moviendo la cola. “Beberás
esto, ¿no es así?” –Le dijo amablemente-. Accedió a beber aquel líquido, rojizo
y de aspecto peculiar y en el instante en el que tocó sus labios supo que era
sangre. Su reacción fue de repulsión pero en el momento en el que entro en sí
estaba siendo acariciado detrás de su oreja y, ya se había lo bebido por
completo. Rápidamente la mujer lo sujeto su fuertemente y con la misma sangre
parecía escribirle en su rostro. Aquel instante, una nube densa de tensión
cubrió el ambiente y las palabras sin sentido de aquella mujer que gritaba y
aún así su voz parecía inaudible, con una sonrisa en su rostro gozaban
triunfantes. Una fuerte brisa rompió una venta a pesar de estar tapeada y luego
de un instante de oscuridad un fuego se extendió desde la sala hasta el cuerpo
de Damián; Los gritos agonizantes los hacían reír, a ellos que complacientes
gozaban de aquel espectáculo pirotécnico. Luego de unas últimas palabras
culmino con un fuerte grito que silencio el ambiente abrumador y ajetreado, el
fuego desapareció y todo muy silencioso quedó.
Todos observaron
al cuerpo atentamente, no hubo movimientos por algunos minutos, de pronto un
quejido rompió el silencio.
¡Asombroso esta
vez sí funciono! –Exclamó Julius-.
¿Claro que
creías? Ella es una eminencia en esta clase de rituales –Responde sefi-
Díselo a los
otros cinco cadáveres calcinados en la otra habitación –Musita irónicamente
Julius-.
¡A callar! Lo he
logrado, acá frente a nosotros, este muchacho ya no es un idiota cualquiera, ya
no lo es más… ahora es uno de nosotros.
En ese mismo instante,
Damián se levantaba lentamente y al estar de pie completamente su rostro era
visible para todos y, sin poder evitar el espanto trataron de desviar la mirada.
Con la poca
iluminación en el lugar aun esa imagen grotesca salía de la sombras, de pronto
las luces se encendieron, el fuego en los candelabros y lámparas.
Creo que al fin
he vuelto y este cuerpo parece estar bien. ¿Cómo me veo?
Un silencio
incomodo se apodero de la escena, todos se miraban las caras buscando la
respuesta para aquella pregunta.
Luces
espléndidamente –interviene julius-
-
Este cuerpo parece ser útil, al menos no se les
ocurrió una mujer… ya saben los inconvenientes que surgirían y las
consecuencias de tales errores… -Pronunciaron aquellos labios con esa vos tan
grave que difícilmente podría ser Damián-.
-
Tranquilo ya sabemos que no te agrada, forma
parte de tu código machista –exclama sefi-
-
Claro estas muy orgullosa de ser lo que eres ¿no
es así? –Preguntó “Damián”-
-
¡Claro que sí! –afirma sefi muy segura-.
-
Una perra lasciva y desquiciada
-
Ya veo que no fui el único en notarlo –masculla
Julius conteniendo la risa-.
-
¿Qué es lo que estás diciendo? ¡Desgraciado me
las pagaras! ¡Y tú cállate! –Exclama Sefi-.
Imagino que
eligieron muy bien mi aspecto ¿no?
¡Sí! Claro…
-afirman irónicamente al unísono-.
En ese instante una carcajada
incontenible rompe el silencio
-
Claro
ignorando que tu cara parece derretirse, todo está bien… -Interviene Julius con
un leve tono sarcástico-.
-
¡Demonios! Denme un espejo, ¿qué tan horrible
luzco? ¡Díganme!
Todos parecían
preocupados, lo observaban atentos a su reacción. Sorpresivamente no lo había
tomado tan mal, al parecer estaba conforme con que la mitad de su rostro
estuviese reconocible.
-
No esta tan mal… al menos todo está en su sitio
– Musito mientras miraba entre sus pantalones-. Además con una máscara ocultaré
esta cicatriz y me dará un toque de misterio. Ahora… dejo la frase entrecortada
y calló al suelo súbitamente.
Su cuerpo se sacudió
estrepitosamente, convulsionando, jadeando y balbuceando. Entre todos tomaron
de sus extremidades mientras Iranna introducía su mano en la boca del cuerpo de
Damián. Luego de algunos minutos parecía que reaccionaba, su cuerpo se movía
nuevamente e intentaba pronunciar alguna palabra inentendible. Julius acerco su
oído a la boca del moribundo para intentar comprender lo que vagamente
intentaba pronunciar. En ese momento solo solto un horrible y fuerte grito
seguido de un sollozo. Julius aturdido por el grito se alejó rápidamente y se
tambaleo un momento antes de sacar su cuchillo para intentar degollar al
pequeño bastardo que lo había dejado casi sordo.
-
¡Maldito mocoso de mierda! ¿Te crees muy listo
demonio de cuarta? No me vengas con asuntos de jerarquía y esas estupideces,
todo eso me vale un carajo. –Grita Sefi exaltada-.
-
¿Dónde estoy? ¿Quién soy? ¿Por qué me duele tanto
mi rostro? ¡suéltenme! –Gritaba lo que ya no era esa personalidad misteriosa,
sino Damián-.
-
Al parecer no es Dominik. ¿Eso quiere decir que
es el muchacho de nuevo? –Dice Iranna-.
-
Diablos
eso quiere decir que fallamos nuevamente… Otro cadáver que incinerar
para borrar las huellas. Al menos era solo un desgraciado como el resto. Nadie
lo va a extrañar. –bromea Julius-
Nuevamente el cuerpo se retorcía
convulsionante. Se sorprendieron un poco al ver nuevamente aquella escena pero
para su sorpresa había sido breve.
-
Qué curioso ahora de una manera más breve y
menos patética,
-
Menos como una lombriz o un pollo sin cabeza.
-
Callen de una buena vez… ¡paren de burlarse y
suéltenme! –Ordeno con una voz grave y autoritaria-
-
¿Un caso de doble personalidad? Qué curioso…
-dedujo Iranna-.
-
Deja tu palabrería… no soy tu conejillo de
indias. Esa personalidad sigue viva, algo intermitente y vaga pero se rehúsa a
desaparecer por alguna razón. –Gritó “Damián” con esa voz autoritaria-
-
Es muy
extraño ciertamente… ¿estás seguro de que eres tú y de que estas bien Dominik?
–pregunta iranna con un tono ironico-.
-
Déjate de deducciones cínicas y sarcásticas
Iranna. Lo que me falta es otra más a aparte de esa pareja de payasos.
–Refunfuñó Dominik-.
-
Lo cierto es que ahora contamos con un loco en
la familia. En tanto no le lance piedras a los aviones y no coma mierda estamos
bien.
-
A mí me parece que el muchacho es algo lindo.
–dijo Sefi-
-
No me hagas reír, ¿que no vez al pobre infeliz?
Solo le falta una joroba para ser un Igor, dudo que llegue a ser fantasma de la
opera… sería un insulto para el personaje. –Bromeó Julius-.
-
Aun así me parece que su personalidad es linda,
un alma débil que quebrantar, amar y sofocar con mis propias manos. –Dijo sefi
con una leve risa obsesiva-.
-
¿o tal vez piernas? Cualquier cosa que tenga
pene para ti es lindo ¿no?
-
Claro cualquier cosa, es por eso que te odio.
-
Eres una maldita, ¡ya verás!
-
¡Cállense de una maldita vez! Cuidado con tus
palabras muchacho, podrías perder tu lengua que es lo más largo que te queda. Y
tu pequeña perra… sí, eso es lo que eres acéptalo, será mejor que dejes de
incordiar porque ya he conocido a muchas de tu calaña. En fin… Iranna, quiero
que te ocupes de mi cuerpo. Estaré en letargo por un tiempo mientras recupero
energías para tomar posesión completa de este cuerpo. –Intervino Dominik
enardecido-.
-
Sí, como usted ordene.
-
Por cierto… olvidaba decirte “Te extrañe”- dijo
mientras se acercaba a besarla-
El usurpador del cuerpo se había
ido. Le había dejado el rol de aquel cuerpo agonizante de dolor al pobre y
desgraciado Damián. Su dolor nuevamente estaba presente, al parecer lo único que suprimía aquel dolor era
“Aquel” ese sujeto dentro de su mente o su cuerpo.
-
Debemos hacer algo para calmarlo, creo que
algunas hierbas servirán y algo de licor de mandrágora. –Dijo Iranna mientras
tomaba la botella para beber un trago-.
Le hizo beber un montón de
plantas trituradas con un alcohol fuerte. Aquella bebida le fue muy
desagradable, se espabilo un momento retorciéndose frunciendo el ceño por el
mal sabor de boca. En ese instante Sefi se le acerca, sentándose sobre su
miembro viril e inclinándose para besarlo. Estaba interesada en quitarle el mal
sabor de boca ¿o tal vez fornicar?
Entre alcohol, drogas y mucho
sexo mantuvieron entretenidos los sentidos del chico. Parecían imitar algún
tipo de ritual antiguo de curación o algo por el estilo. En lo que concierne a
Damián… había sido drogado y prácticamente estaba siendo violado por dos
hermosas diablillas o algo por el estilo.
Horas más tarde Damián entre los
cuerpos agotados de aquellas dos mujeres despertó mareado y con una sensación
extraña en su cuerpo. La mitad de su cuerpo estaba algo dormido, es más le
dificultaba mover uno de sus brazos. Sumados los efectos del alcohol y la dura
jornada de sexo que difícilmente recordaba debido a que estaba semi consiente.
Se arrastró hacia Iranna que yacía desnuda en el suelo acostada sobre un
sillón. Ella solo balbuceo algunas palabras inentendible y volvió a dormir.
Sefi parecía en peor estado, estaba cubierta por algo extraño de dudosa
procedencia, recostada sobre Julius quien se podría decir que la abrazaba; era
una escena digna de admirar o de fotografiar.
Fue al baño a lavarse, estaba
todavía algo adolorido y cansado. Como el peso de diez resacas, estaba tan mal
que intentó vomitar sin resultado, sus piernas tambaleaban cada vez que
intentaba dar un paso y su corazón iba a un ritmo alarmante. Se observo en el
espejo y para sus sorpresa su rostro estaba desfigurado, recorodó entonces lo
que había sucedido, ese grupo de maniáticos lo habían secuestrado con el motivo
de apoderarse de su cuerpo y de sus “poderes”. ¿Que había sido todo eso? –pensó-.
Con sumo cuidado tocó la marque en su rostro, sorprendentemente no sentía
absolutamente nada. Teniendo en cuenta que pude convertirme en un cadáver calcinado,
creo que no salí tan mal parado de este asunto –murmuró-. Creo que va siendo
hora de escabullirme de este lugar mientras pueda, no quiero permanecer acá
cuando todo esto comience de nuevo –pensó-. Adonde crees que vas –exclamó una
voz desconocida-. ¿Quién es? ¡Sal de donde quiera que estés! –Respondió Damián-.
¿Quieres que salga? Eso será imposible pero por otra parte si quieres saber
quien soy… solo obsérvate al espejo –dijo aquella voz con un tono irónico-. Observo
asustado como sus labios se movían por si solos y le decían “hola”. Soltó un
grito de terror, se golpeo repetidamente la cabeza intentando librarse de esa
voz sin tener resultado alguno, era la situación perfecta para un suicidio pero
para su desgracia tampoco controlaba su cuerpo, estaba atado de manos con su
propia demencia. ¿Estoy tan loco? Antes lo pensaba pero ahora creo que estoy en
un nivel mayor –pensó-. Dejaré las drogas y el alcohol, creo que será lo mejor,
claro en el caso de que salga de este sitio –continuó-. No te hagas el tonto,
sabes que no saldrás de este lugar te puedo asegurar y aunque lo logres no
cambiaras ni un poco, solo eres basura y eso no cambiará –interrumpió
nuevamente la voz en su cabeza-. Ahora era más fuerte e insoportable.
Escuchó unas voces al otro lado
de la pared, hablaban sobre los problemas en la ciudad y como iban solventar
tantos conflictos. A pocos les importaban los humanos en si… Solo les preocupaba
perder la paz que reinaba en aquella ciudad desde hace tanto tiempo, les había
permitido vivir de una manera en la que monopolizaban el dinero y por ende el
lujo y el placer. Al parecer algún grupo de desenfrenados anarquista había
llegado a la ciudad con ánimos de hacer añicos todo lo que habían forjado
durante tanto tiempo. Sin duda alguien los manipulaba pero por ahora había que
ponerlos en su sitio.
Damián todavía no comprendía a
que iba tanto alboroto y por qué hablaban de sectas, grupos, clanes y esa clase
de cosas. Le importaba más el hecho de que pudiera desaparecer completamente
que cualquier otra cosa. Imagino que quizás estaba loco y todavía imaginaba
cosas pero después de tanto… ya era seguro de que no era así. Su otra
personalidad no parecía ser sacada de su propia mente pero todavía dudaba si
tal vez solo estaba demente. En ese caso todas esas personas son un grupo de
maniacos, infelices y degenerados mentales. Que por cierto creen ser inmortales
y tener poderes. No sé si han leído muchas historietas pero a decir verdad todo
eso le parecía tan fantástico que casi le daba risa, de no ser por el hecho que
terminaba golpeándose el mismo por obra de su otra personalidad.
-
¡Oh! Genial, ahora me golpeo a mí mismo
involuntariamente. Sabía que los parásitos vienen de distintos tamaños y formas
pero esto me sorprende realmente… -Exclamó Damián-.
Su brazo se movió
involuntariamente para propinarle un bofetón que sacudió ligeramente su
cerebro. Mientras sus ojos recuperaban sus orbitas por el repentino golpe, sus
labios comenzaban a moverse.
-
Pongamos todo bien claro muchacho... para
alguien de mi edad creo que merezco algo de respeto; además ya que vamos a
convivir durante un tiempo en este cuerpo pienso que sería conveniente mantener
buenas relaciones y turnarnos para manejar los asuntos que tengamos pendientes.
-
Espera un momento… no puedes pedirme que asimile
todo lo que ha sucedido de una sola vez. ¡Todo esto es una locura! Quizás por
eso lo he asimilado tan bien pero aun así es difícil de comprender.
-
Es la primera vez que me ha tocado explicar esto
a un humano. Bueno al fin y al cabo ya no eres una persona común y corriente;
además también dudo que sobrevivas a esta experiencia así que creo que puedo
contarte.
-
Pregunto lo usual, si pueden volar, levantar
autos, disparar rayos o cosas por el estilo...
-
Evítate el sarcasmo… Tenemos la facilidad de
controlar la mente de los humanos y apoderarnos de las habilidades de aquellos
quienes se convierten en nuestros recipientes. Podemos mejorar estos talentos y
a su vez adoptarlos como nuestros para poder emplearlo en futuros contenedores.
-
Déjame adivinar… El sol los mata y solo beben
sangre por placer o para fortalecer sus “habilidades”.
-
¡Silencio! Ya te lo había dicho, déjate de esos
juegos. Como decía… El sol no nos hace daño y con respecto a la sangre puede
que sea lo único cierto.
-
Ahora que lo dice… El sol no les hace daño pero
espero que no tenga que brillar como como una escarcha a la luz del día… como
en esas películas de hoy en día. Simplemente preferiría la muerte.
-
Creo que no será para nada sencillo convivir
contigo…
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