Hogar mío, alzadas sus puertas…
Libre su entrada al árido de mente…
Dando ver el descuido de una vida…
Sois engaño, mi dulce hogar.
Me otorgasteis aquello que olvide…
En físico permaneces y de valores ya murió…
Me llorasteis y reclamasteis…
Aquel error que en tus manos reposó.
Cada lagrima, cada llanto..
Desahogando aquello que en cenizas queda..
De una llama que prendió tu alma
Y yo en mi demencia, al mismo infierno... su camino alteré.
Solo miraba, disfrutaba…
De aquel cambio que en tu mente reprochabas…
Dando aquello que ni el oro lo pagaba…
Y nada obtuvisteis de esta mente desgraciada.
Al engaño disteis amor,
Y al ladrón lo apreciado,
Pero algo que en tu boca se guardó...
Cosa que nunca pedí, cuando a mis deseos contemplabas.
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