Eres la mentira que en mi sombra ausentabas,
Aquella soga que sofocaba mis sentidos,
Enferma luz que a mis ojos perturbaron,
Preceptos tuyos en silencio fui a hallar.
Vehemente atisbo, malditos ojos tuyos,
Deseos vuestros del averno se arrastraban,
Con refulgida alma de un pedófilo consagrado,
Frente a infantiles ojos que de su inocencia desahuciaba.
Blandas manos como una rosa,
con tu espina a muchos envenenaste,
Voces dicen que justicia en ellas hallo,
Pero el fracaso hiede en tumbas con tu nombre.
Salvación eres para toda alma en pena,
Fogoso amor que ampara una frágil mente,
A cambio pides lo que un mendigo proveería,
Inagotable oro para el próspero, “su ignorancia”.
Gloria tuya anhelo ausentarme,
Abismo tuyo yo he de burlarme,
Atesoro el valor que del pecado obtuve,
Envidiada por la eternidad… “mi muerte”.