La luna al cielo de rojo viste,
bella y áurea piel de cristal
efímera sombra de la utopía del
pasado,
una lágrima sin doliente,
un sayón al infinito,
sin ocaso ni preludio,
es una presa sin verdugo.
Dorado cuerpo de fogosas manos,
sublime éxtasis de la Alquimia fuiste,
y al oro en la codicia diste,
porque eres luz que a la existencia
adorna
entre muerte y brillantez,
como una badana hiriente y vanidosa.
Estrellas guían sus desolados rumbos,
dos ánimas de caretas vírgenes
en un ballet entre espejos sin vidrios,
como una mirada sin mirada
o un reflejo en la penumbra,
tangible e invisible en su existencia,
intangible y visible en su añoranza.
Víctimas del Almagesto son,
de aquellas voces sin aire
que a sus huellas siguen
como unas velas sin santos
o unas almas sin cuerpos,
melodía de amores fúnebres...
Amores de Ptolomeo.