Con cada hálito que de sus manos emana
en aquella danza,
símil al baile de un pincel que en
trazos
pinta océanos bajo tormentas,
le observo con inquietud, cual
ansioso animal
que se hunde en vagas codicias,
como un par de gotas que esparcen
universos,
así le velo, en una catarsis en
acuarela
o en una prisma de luces y emociones,
verdugo siquiera de la acromatopsia sexual,
ya que si solo lo pide, con eso
bastará.