Sus ojos son un tenebroso enigma,
Que solo brilla bajo luz de la noche,
Donde las estrellas con gentileza miran,
A la brisa custodiarlo en su sendero.
Adorada silueta de devoción,
Desde el sereno reflejo del cielo,
Que arropa la piel de la madre tierra,
Hasta la dorada seda del desierto,
Donde el cobre inmortaliza su primor.
Obra maestra que sus pasos entona,
Cuando en melodía su instinto danza,
Desgarrador silencio que a mis ojos pasman,
Reflejo invisible de una muerte en marcha.
Eres sorbo de una velada nocturna,
Esencia pura de suavidad y ternura,
La sombra que en la noche oculta,
Sigiloso aliento que al polvo expulsa,
Fiel amante de una atesorada luna.
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