Querida amiga,
mi espera radica tan oscura
como un túnel donde las frases
aman a Sábato,
porque allí el amor predica
sus versos intensos
en un velo con olor a muerte.
En el ocaso de la tormenta
a donde se van nuestras ideas,
al zaguero de la reflexión,
crónica de hechos,
como una maldición de Somoza,
desvanezco en la blanca santidad
de tu locura.
Quizás mis palabras,
crudas y ermitañas,
como un Quiroga cualquiera,
resulten amargas,
pero ocultarte me es imposible
de esta hoja sin marchitar.
Cuando el ron se entremezcla
con mi deseo,
sed de Bukoswky
que ha de ser saciada,
Sade y Dante se entrelazan las copas,
pero el silencio,
estranguladora del tiempo
ante la orgía de tu esencia,
conlleva mis pasos a una salida sin
foso,
a un universo paralelo,
a cien años de soledad.
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