martes, 5 de julio de 2011

Los Comediantes; Numero 2

-¿Nadie, nunca se ha preguntado como era Ursula, la bruja mala de “La Sirenita”, cuando era joven? – comentó, la Danzante, distraída -, quizá era también una hermosa sirena, pero, que al contrario que Ariel, tuvo compañías e influencias muy distintas... Es fácil ser buena si creces en un palacio, eres una princesa, y todos te quieren, adoran, y llenan de regalos... ¿Pero que pasa con una chica guapa si crece en las marismas, donde todo es feo y la compañía es todo menos agradable y bienintencionada? Pienso que fue aquel toque del destino lo que las diferenció... Bueno, y la edad, supongo – rió, recordando que Ursula era ya una mujer madura cuando Ariel va a visitarla.
Con las ropas a jirones, la lanza, apoyada en el suelo, en una mano, y el cuchillo en la otra mano, cuyo brazo lucía una protección de metal (Consiguió escapar de Oz a duras penas, y a costa de dos brazos y medio de los cuatro que tenía desde que Davinia la transformara; aún se estaban regenerando los dos perdidos por completo, y el armazón protegía el tercero mientras hacía lo propio)... El cuerpo cubierto de manchas de sangre, huellas de manos sanguinolentas, trofeos de sus victimas... La Danzante, la Hermana, de la Muerte entorno los ojos... Al contrario de lo que su propio titulo sugería, ella era una superviviente.
Ángela Morrigan exhibía una sonrisa vacía mientras caminaba entre aquella amrea de gente... La boca carnosa de labios sonrosados, las facciones perfectas y hermosas, la piel tostada y suave como la seda al tacto...
Cuando llego a la casa de la bruja, Gretel era la más rolliza de los dos hermanos, por eso la bruja espero a tenerlos a la par de regordetes y sabrosos... Quería dos jugosos lechones de mejillas llenas y sonrosadas, no solo uno... Aunque la costó bastante no comerse a la golosa Gretel, de carácter tan dulce y tierno como prometía el sabor y textura de su carne...
Davinia había puesto al corriente de aquellos detalles, y de más, a la Reina Roja del extinto Clan Morrigan.
El cuervo graznó las doce.
Cenicienta: Madrastra, Madrastra ¿A las muñecas de trapo, también, se las comen los Dragones?
Madrastra: Claro, Cenicienta, pues, nacen de calabazas fecundadas por ratas y ratones.
Hace meses...
Daniela recorrió el lugar con la mirada.
-Solo espero no querer al rato salir corriendo de aquí.
-Depende – Davinia hizo su entrada triunfal, el vestida casi transparente apenas dejaba nada a la imaginación - ¿Quieres una copa para relajarte? – la preguntó alzando una de la que salían extraño vapores tan poco fiables como atractivos para el curioso.
-¿Es usted siempre tan amable con sus visitas? – preguntó, Daniela, sonriendo, cortésmente, y alargando el brazo para tomar la copa que la ofrecían - ¿U solo es su manera de cerrar los tratos?
-Más bien te quiero relajadita y bien embriagada, con sabor a licor, como los bombones... Cooperante y muy sumisa.
Daniela asintió, mientras daba un trago a aquel humeante mejunje con sabor a... ¿Arsénico? Espero a la muerte, el veneno debía matarla en instantes, se llamo estúpida por confiar en aquella mujer... Pero, la muerte no llego.
-Quítate camiseta y el sujetador, quiero ver tu torso desnudo – la instó Davinia.
Daniela se quito la camiseta y, luego, hizo lo mismo con su sujetador. Su cuerpo era voluptuoso, delicioso en sus curvas, apetitoso en carnalidad... Un manjar de piel morena, suave y jugosa al tacto y el paladar,
-¿Qué tal así? – dijo, mirando a Davinia con algo de vergüenza, mientras se cubría los pechos con sus manos.
-No te veo nada escuálida – Davinia, le quito las manos, con las que se cubría, Daniela, los pechos, y puso las suyas en su lugar - yo a estos los veo bien grandes y rellenitos... perfectos para hincarles el diente.
-Tanto como eso – no, no iba a morir envenenada, sino devorada como la chica que la trajo para iniciar aquel trato, la estaba bien empleado por jugar con fuego -... Quizá solo saborearlas.
Davinia se llevo uno de aquellos generosos pechos a la boca.
-Mmmmmm... Sí, muy sabroso...
Los pechos se la endurecieron como rocas, ¿eran los labios de Davinia o la droga que la había dado?
-Ahora, dime – dijo, Davinia - ¿Qué deseas exactamente? Pero, recuerda, nada sale gratis.
-Ya pague mi parte, os traje alguien con quien saciar vuestro apetito, majestad.
-Mi apetito es insaciable – sonrió, perversa, Davinia.
Daniela se apuró, si hablaba en serio, pronto iba a ser platillo principal... Pues no iba a tener tiempo de encontrar a nadie más.
-Señora, yo...
Davinia sonrió leyéndola la mente.
Daniela sintió como otras partes de su cuerpo se endurecían e hinchaban, como su sexo ya supuraba de jugos ¿Qué la estaba ocurriendo?
-Es una cuestión de elección ¿Mujer – cordero o Dragóna?
Daniela se preguntó entonces si no podría existir un balance de las dos... pero, su propio cuerpo ya la anunció que, además de tarde para elegir, aquel equilibrio de fuerzas era imposible... sintió aquel dragón penetrar entre sus muslos, llenar sus entrañas, y empalarla hasta que con un gemido dejo salir la otra parte entre sus labios...
-Arrodíllate y tómalo entre tus piernas y con tu boca – ordenó, Davinia – él decidirá si vas a ser amante o entrante.
Daniela se dejo caer de rodillas al suelo, mientras sentía su cuerpo arder... y como aquella presencia brumosa la atravesaba de lado a lado, tomándola por la boca y el sexo.
Pero, poco a poco, ya no sintió ardor, sino la frustración de tener aquel fuego dentro y sentir que se enfriaba, congelándose en su interior y negándose a explotar... Entonces supo que el cambio estaba echo, y quiso llorar al entender que había pagado más de lo que merecía aquella muchacha... Davinia no la mintió, el precio fue alto.
El frío de su piel y su interior nunca podría ser templado, mientras que ella exudaría deseo para todo aquel que la rondara... No, no era un pago justo, pero, ya estaba avisada...
Davinia se inclino y atrapo con sus jugosos labios los ahora frías, pero apetitosos y carnosos, de Daniela... No, ya Daniela no existía... ahora solo existiría aquello en lo que su sed de venganza la había convertido: en un congénere de la Muerte, una bailarina más de sus danzas macabras...
Davinia se burló de ella, mientras se retiraba mordiéndola y estirando su labio inferior, con estas palabras...
-Ahora si que estas para comerte... viva – y soltó una carcajada, mientas la tomaba como una mujer toma a otra...
... Y aquella nueva criatura sintió que no la dolieron aquellas burlas ni las vejaciones que Davinia la sometía al chuparla y acariciarla en esos momentos cuando ya no sentía nada más que un hambre que nunca se lograba de saciar, no ahora solo sentía sed y hambre, y una terrible furia asesina... El precio fue alto, pero, ya dejód e importarla aquello también.

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