Entre la
incoherencia de sus pasos,
Unidas a
la inmoralidad,
Ideas
suyas vagan sin razón,
Sin su
peluche… sin su tazón…
Incomprensible
decisión.
Penosos
labios ocultados sin motivo,
Celada
esencia por los espejos de la vida,
Castigada
por la inclemencia de la luz,
La
divinidad es su verdugo.
Atroz,
crueldad, ojos de aquella niña,
Crucificada
por la indolencia de la vida,
Velada
bajo escusas de bondad,
Barbarie
de una mente putrefacta,
¡¡Ni el
averno a su alma he de indultar!!
Feliz
entre ramos de lágrimas,
Vehemente
abrazo de las tinieblas,
Iluminada
por innatas sombras del abismo,
Conquistado
soy por ciega mirada suya,
Mi niña de
los ojos muertos.
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