El
cielo era turbio, las nubes oscuras como el hollín eclipsaban el sol que
languidecía y se cobijaba tras ellas. El paisaje reflejaba tal esplendor, una
majestuosidad que eclipsaría cualquier logro del hombre y hasta su propia
existencia. Un verde que se extendía por todo el territorio hasta el horizonte
inalcanzable para la vista pero para toda imaginación poética… aquello
significaba la infinita voluptuosidad de la naturaleza. Por un instante alguien
podría sentirse dios al admirar tal perfección, lejos de la mano del hombre,
sin tecnología sofisticada, sin contaminación, sin violencia, sin ajetreo… solo
paz, un rezo de silencio. Solo eso podía justificaba esa aventura, sin embargo
sentía que podía ver la mancha en el lienzo, la imperfección, la
decadencia… Así lo veía Sade perdida en
pensamientos.
Acordó
verse con dos amigos en el terminal para luego dirigirse hacia el pueblo a
comprar algunas provisiones. El pueblo no era el lugar más vistoso ni mucho
menos colorido, era un sitio con un ambiente lúgubre y desesperanzador. Sade
buscaba capturar cada lugar, desde la fachada de una casa en la que se
encontraba una anciana curiosa observándola a través de la ventana hasta el
callejón donde estaba un perro sarnoso hurgando la basura y que le gruñía
ferozmente. Notó que muchas personas llevaban consigo velas, las compraban, las
encendían y las colocaban en algún pequeño altar donde rezaban. Pensaba en
escribir algo acerca de ese lugar tan misterioso o tal vez dibujar algún
paisaje –ya habrá tiempo para eso- pensó.
Sade caminó
por las calles hasta llegar al mercado del pueblo, era la concentración misma
de la miseria. La basura abundaba en el suelo donde los animales entre ratas,
perros, gatos y hasta cerdos comían de ella, era la zona más antigua y pobre de
la localidad donde los campesinos llevaban sus mercancías. El ambiente se había
tornado pesado, producto del poco espacio para caminar, las personas se
apretujaban unas a otras abriéndose paso pues pocas eran las que compraban y
muchas las que robaban. Sade se abrió paso difícilmente entre la multitud.
Tropezó con una anciana que atendía un puesto de artesanía. La anciana la
estudia con la mirada, la observa con un semblante tétrico, apenas Sade se dio
vuelta le dio rápidamente lo que parecía ser una pelota pero al verla
detenidamente se dio cuenta que era un limón con varios alfileres negros
incrustados en él. En aquel momento sintió un ligero mareo quizás producto de
la falta de oxigeno pero no era un simple mareo, pues todo a su alrededor
comenzaba a distorsionarse y a adquirir características casi deformes, las
personas sobre todo, sus caras y en específico la de la anciana se había
tornado malévola y de un aspecto casi irreal. Intentó disculparse con la señora
pero luego de frotarse los ojos y ver nuevamente ya no se encontraba, observó
atentamente aquel pequeño presente que le había dejado la anciana y lo arrojó a
la basura que representaba aquel sitio con un asco indescriptible.
Se
recostó en el banco de la plaza ya en un sitio más tranquilo para recobrar el
aire y aminorar aquel sentimiento de inquietud, el miedo casi instintivo que
había sentido unos minutos atrás. Había
esperado más de una hora y no había señales de ellos, de pronto escuchó un
silbido, miró de reojo y se levantó rápidamente y comenzó a caminar. Al sentir
una palmada en el hombro se dio vuelta repentinamente lanzando un puñetazo a
quien sea que la estuviese acosando.
Resultó ser Daniel que intentó jugarle una broma pesada, estaba tapando
su rostro mientras se quejaba del dolor. Caminaron mientras conversaban y reían
sobre lo que había sucedido, y también sobre el viaje. Continuaron por calles
del pueblo, pidiendo indicaciones, no era un pueblo muy grande pero si un
territorio gigantesco; Había haciendas dispersas por toda la región y algunas
tan recónditas que podía tomar unas seis horas llegar a ellas. Comenzó a
oscurecer y las personas caminaban frenéticamente, como si actuaran movidos por
el pánico pero con tal orden que parecía algo ya ensayado durante años.
Habían
llegado a la pequeña y polvorienta casa, el frio era insoportable y solo había
unas mantas antiquísimas con que arroparse. Las maletas de David estaban en el
pasillo pero no había señales de que estuviese en casa. Entraron y observaron
el aspecto deplorable en el que se encontraba, enseguida sintieron un aire de
pesadez en el ambiente que hacía helar la sangre y crispaba inmediatamente los
nervios. No habían muchos muebles ni decoraciones, solo algunas sillas, un
mueble polvoriento y algunas pinturas; además las cortinas estaban amarillas,
algunos artefactos eran muy antiguos que no cabía duda de que no funcionaban a
excepción de aquel reloj de péndulo que estaba en la sala. Ya caía la noche
cuando se comenzaban a preguntar qué había sucedido con David quien había
acordado encontrarse con ellos después. Y con un hasta luego, Daniel salió en
su búsqueda y prometió volver pronto.
Sade
se había quedado sola, no le atemorizaba estarlo, es más, el silencio le
brindaba la oportunidad de leer un buen libro. Intentó encender las luces pero
había alguna falla eléctrica así que como último recurso procuró dormir para
recuperar las energías gastadas tras el largo viaje en autobús. Se arrodilló
para desbrochar sus botas, sus pies la estaban matando desde hace rato, solo
quería echarse en la cama y descansar. El piso estaba helado así que caminó de
puntillas como una bailarina de ballet pero sin gracia claro, eso es lo que
pasaba por su mente en aquel momento.
Luego se dejó caer sobre la cama y se enrolló entre las sabanas. Pensó
un momento en lo que estaba por venir, soltó una risa mientras se imaginaba a
los tres haciendo el ridículo por efectos del alcohol, la resaca sería un
inconveniente pero no era nada para lo que iban a disfrutar.
No
tuvo mucho tiempo para pensar, solo unos pocos minutos fueron suficientes para
que cayese rendida producto de la fatiga. Viajó entre sueños algo extraños,
observó un perro o tal vez una hiena que se acercaba a mordisquear su carne y
en ese momento su cabeza se rompía, no, se dividía caleidoscópicamente en dos
mitades y mientras la sangre brotaba aún de ellas gruñía, se mofaba y consumían
su carne lentamente mientras aún estaba viva. Un aire subió por su estomago
hasta su pecho, se sacudió como intentándose liberarse de alguna atadura hasta
caer de la cama. Recobró el conocimiento algo adolorida, se había percatado de
que estaba en el suelo, se golpeó ligeramente la cabeza, estaba sudada y había
perdido la noción del tiempo. Al levantarse, se percató de que había dormido un
par de horas, se levantó del suelo y se echó en la cama nuevamente. No quería
saber nada de fiestas, alcohol ni algún otro vicio al menos por ese momento. Se
quedó pensando, observando el techo, ya estaba impaciente, aquel par de
imbéciles se habían ido de farra sin ella o tal vez les había ocurrido algo
malo pero dios no era tan misericordioso como para reprenderles de una manera
irónica como se acostumbra ver en algunas series, películas y hasta en la vida
real.
La luz
volvió repentinamente y la bombilla que colgaba del techo iluminó completamente
la habitación mientras se balanceaba siguiendo el ritmo entonado por el viento.
Allí las sombras danzaban y se escabullían entre los muros y los muebles.
Entonces, Sade cegada por aquel fulgor casi espectral caminó hasta el umbral de
la puerta. Escuchó unos pasos en el pasillo y se aproximo a revisar si habían
vuelto por fin sus compañeros. Al estar en el pasillo principal observó la
cantidad de cuadros antiguos, algunos tan polvorientos y deteriorados por el
transcurrir del tiempo que si, quizás, se atreviese a tocarlos se estropearían
en el acto. Cada uno era un retrato de alguien que quizás había vivido en esa
casa, unos de los cuadros atrajo su atención. Un retrato de un par de niños,
gemelos sin duda, que se encontraban uno junto a otro y lo más curioso era esa
forma deteriorada en medio de cada uno de ellos, parecía haberse quemado pero
solo en esa parte; daba una extraña sensación al observarlo.
Sade
comenzó a sentir una urgida necesidad de fumar un cigarrillo, buscó su bolso
que estaba en la mesa junto a la puerta y al hurgar en él se encontró algo muy
extraño, un objeto redondo como una simple pelota. Se preguntó en donde había
encontrado eso porque no recordaba llevar algo como eso consigo. En ese
instante, mientras pensaba las luces comenzaron a parpadear repentinamente y
entonces vislumbró por un momento una figura que se acercaba hacia ella, la
luces se fueron repentinamente y un escalofrió corrió por su espalda subiendo
hasta su cuello. Respiró profundamente mientras estaba petrificada del susto,
las luces se encendieron repentinamente y observó claramente el rostro cubierto
de una persona frente a ella.Era un hombre, con el rostro cubierto, muy
abrigado y con un aire de misterio tal vez sobrenatural. En ese momento toda su
atención se enfocaba en esa imagen frente a ella, sus latidos se aceleraron y
su respiración se hizo cada vez más agitada. Sus nervios se descontrolaban más
a cada segundo, por un momento sintió que moriría de un infarto pero en ese
momento lo más importante era estar lejos de esa figura fantasmal que se
aproximaba a ella. Todo el entorno adquirió un tono grisáceo que de momentos se
tornaba difuso, todo palidecía frente a tal imagen espectral. ¡Aléjate de mí!
–Gritó ella-. No te me acerques más maldito demonio ¡que alguien me ayude!
–Continuo mientras retrocedía
torpemente-.
Ese
hombre desconocido tumbó a Sade contra el suelo bruscamente, mientras sostenía
sus brazos comenzó a olerla y lamerla, la deseaba enormemente. Un deseo insano,
más que eso era una cochina ambición de poseerla. Estuvo algunos minutos encima
de ella como esperando algo, solo se limitaba deslizar sus manos por el cuerpo
de ella. Era tan desesperante, que deseaba que pronto ocurriese algo, que finalmente
alguien la encontrase y que Daniel la sacase de ese aprieto. Se aferro a las
fibras de aquella alfombra, tanteaba desesperadamente en busca de algo con que
defenderse pero al final solo se resignó. Sus piernas se abrieron y dejó de
forcejear, su temor a ser lastimada sumado al fatídico sentimiento de
resignación hicieron de ella un cuerpo inerte sobre el suelo. Lo único que
podía ver a lo lejos a través de esa mirada perdida era la luna, tan inmensa
que quizás pudiese escuchar sus gritos. Solo observó aquella “pelota” que
rodaba hasta ella, a una distancia en la que podía distinguir lo que era
exactamente, un limón incrustado de muchos alfileres, todos negros.
-
Ha
llegado un grupo de agricultores y trabajadores de la zona, han quedado
sorprendidas por lo que ha sucedido en esta casa. Parece algo extraño ¿no? Un
simple caso de intento de violación por parte de un par de chicos y una joven
que en defensa propia ha matado a su agresor aunque todavía no ha identificado
el cuerpo.
-
Se
le ha interrogado brevemente sin obtener muchos resultados, la historia es algo
confusa, no hay pruebas ya que la casa se ha incendiado por completo y
simplemente no nos podemos basar en simples rumores sin sentido.
-
¿A
qué rumores se refiere?
-
Lea
por usted mismo lo que se ha publicado en el periódico local, es algo propio de
poblados como este, siempre mantienen una postura algo supersticiosa y la
prensa siempre buscará sacar provecho de ello.
-
Veamos…
-
“Un
final digno de un infierno, misterioso
suceso cobra una víctima en la mansión de la finca Victoria la cual está
ubicada a unos 50 km de del pueblo. Pese a lo retirada que estaba pocas personas
pidieron dar datos concisos acerca del suceso y las personas de la localidad se
niegan a dar testimonio al respecto. La policía atribuye este hecho a un
intento de violación por parte de un joven cuya identidad todavía se desconoce,
la joven Sade Palacios de 19 años de edad ha quedado en estado de shock y no ha
rendido declaraciones a la policía. Se espera que en las próximas 24 horas se
le interrogue al respecto para obtener información acerca del espelúznate
hecho. “
-
Vaya,
no le encuentro nada fuera de lo común… El título está algo exagerado pero el
artículo como tal no me parece algo del otro mundo.
-
He
escuchado acerca de rumores no muy agradables acerca de esa casa y del pueblo
aunque son algo vagos e irreales…
-
No
me vengas con cuentos fantásticos, leyendas y mitos provenientes de un pueblo
tan retirado de la civilización como este. La gente acá solo le falta adorar a
la luna, el sol, la lluvia y las estrellas… Apresurémonos a interrogar a la
joven para así llenar el reporte. Ya quiero salir de este lugar lo más pronto
posible.
-
¿Es
ella? Está muy serena, quizás haya quedado en estado de shock
-
No
ha dicho ni una palabra desde que la encontraron ensangrentada caminando hacia
el pueblo
-
Quizás
deberíamos interrogarla o simplemente dejar que la vea algún psicólogo… No sé
porque pero hay algo en su expresión que me inquieta. Se me eriza la piel de
solo pensarlo.
-
Quizás
solo piensa mucho en lo sucedido, teniendo en cuenta por lo que ha pasado sin
duda es un hecho escalofriante.
-
Quizás
solo sea mi imaginación –musito mientras observaba esa expresión casi
imperceptible en el rostro de la joven-.
-
Por
cierto, encontraron en la escena del crimen, muy cerca del cadáver un limón con
varios alfileres negros.
-
¿Qué
clase de cosa es esa? ¿Se tratará de brujería?
-
No
lo sé pero dicen que en su casa no encendieron velas…
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