Voces
que velan tu sacro nombre,
Tormenta
que en arena se abriga,
Borrosa
tu imagen, intacto el recuerdo,
Espumosa
dosis de una morada perfecta,
Todo
un recital en mi garganta.
Granizados
ojos que del cielo caen,
Gélida
mirada de sembrados rumbos,
Una raíz
que al cielo llora,
Un minuto
de madurez,
Un minuto
de evolución,
Un minuto
eterno,
Eterno
limbo mental.
Carente
eslabón de un ilícito sueño,
Sueño
que a sus partes esconde,
Le teme
a su verdugo, su pesadilla,
Eutanasia
moral
Ante
clérigos ojos en su recuerdo.
Rebelde
sombra que a la luz te expones,
Como
rayo que a su presencia canta,
Agudo,
tajante, y fugaz,
Un “Tokkōtai” de su
destino.
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