LABIAL CARMESÍ

Melódico atavío al ruiseñor viste,

clérigo canto de lustrada finura,

su impío aroma de frenesí,

las frases danzan con su vuelo,

entre un belén de desdichadas dichas,

donde una estrella perdida

a su norte olvidó,

palpando un aflorado confín

de alboreado ahínco,

que descansa en el armario

de su propio destino.

Labial carmesí que susurra su nombre,

una vida de irónica TRAVesía,

Encarnado disfraz de cotidiano desnudo,

Porque su piel es una hoja,

ante hacedoras manos

que el arte de la alquimia

profesan sobre su cuerpo.

LA MUERTE SERA MUJER

Una vuelta sin retorno,

La brisa borra las huellas pisadas

Para hacer del destino

Una pizarra de enigmas,

Entre bordes de arena que

Erosionan mi futuro.

Ahogada condena

En una clase infantil,

Me deleito de ti

Niña tierna de afable arte,

Arte que enlaza sonrisas y suspiros,

Arte que al alma ablanda

Mientras sus maderadas manos

Y lápiz de seda

Diseñan rostros sin prejuicios.

Ansiada obra sempiterna,

Faena única, faena fugaz,

Cada obra en su ocaso

y unos ojos que anochecen,

Entre líneas indelebles

y con mi talante de trasfondo,

Porque la muerte es una niña,

Porque la muerte será mujer.

MIL LENGUAS

Hálito de su inefable silueta,

Una hoguera que al alma ciñe,

Un recelo abstruso que a su aroma alberga,

Escapo mientras le velo

como hiena que elude a su presa.

Soy libro de mil lenguas

que manifiestan su nombre,

porque el silencio es políglota

ante frases que divorcian

el silogismo y su primor.

PLUMA DE ENTIERRO

Entre sus áridas manos,

verdugos de otoño...

De aquella Atlantida

de fábulas e historias

narradas bajo su lecho,

donde la pradera besa al vacío

como flora latente que al tiempo despide,

bajo cenizas que a su pulso abriga,

como semilla ardiente

que en flamantes frutos

fallece en el invierno.

Hoy un ave a su plumaje entierra,

frente a las ruinas de hierro

de melódicos ecos,

que a su nombre entona

como lapida en su recuerdo.