Ojos míos, colmena de olivo,
mirada extensa sobre la tierra,
un marchitar de emociones
acompañan el ascenso de mi rostro,
lentamente,
como pupila de viajero
sobre paisaje virgen,
virgen como mis labios sobre el desierto,
su desierto, morena piel,
fragancia de juventud.
Vespertina utopía, sonrisa suya,
ilícito primor y de abogado
al diablo acudo,
ante sus ojos que apresan,
pecadora mirada
de vestido corto, tacones largos
y unos labios que saborean la frescura
de un beso perdido,
de un beso anhelado.
Porque así ama la intuición,
en silencio predica
sus mejores dogmas,
entre miradas danzantes,
instinto de pasos cruzados,
nefanda velada,
cercana y fugaz,
como melodía de tango.
No hay comentarios:
Publicar un comentario