Flor de cristal,
papiro ardiente,
un placer que quema,
etérea y sagrada,
una bitácora en el infierno.
Fuego fausto que en tinta cela,
tinta que ciñe,
labios de fresa,
acerola y manzana,
fruto bendito,
inverosímil tributo de acuarela.
Narra la prosa
que en ojos suyos anida,
un poema que apresa,
silencia y encanta,
magia elemental,
mirada gélida,
alma bañada en arte
o el arte que a su alma muestra
en pasiones de otoño.
Árida adicción,
afín al poeta
que en versos arde
y en cenizas
sus ansias quedan,
sobre el infinito horizonte
de su presencia.
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