Tu temple árido en insidiosas montañas,
Desde la paz que envenena tu liturgia en mis sábanas,
Desde un grito que aniquila una ilusión,
Tan fulminante como el beso de una lamia,
El tiempo es nocivo, breve y etéreo,
Los despertares son tan esporádicos,
Cuando la vida es un sueño,
Los anhelos tan traicioneros,
Cuando tú eres un sueño,
La muerte es el vacío en tu olvido,
La lucidez en el amanecer de mi conciencia,
En el mismo agravio de un olvido turbio,
Que desaparece una lóbrega mañana.
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