sábado, 6 de octubre de 2012

Infierno Pétreo



Cielo tan inmenso que más que cobijar te desplomas, aplastando a tu interlocutor... sobrecogedor en tu lecho de muerte, bruma luctuosa de una rima tan viral como el cólera. Esa ponzoña enfermiza que contrae cada célula de tu ser, aquel dolor esporádico que te hace percibir que estás vivo. Oh vida que toca a tu puerta incesante, umbral de la conciencia que te mantiene con grilletes en los cuatro rincones de la decadencia. Sufro de insomnio, sufro al saber que despertaré al día siguiente, entonces… ¿para qué dormir? Me desvelaré en viaje absorto ante lo que fue y pudo haber sido,  ante los momentos que apremian el esfuerzo del fracaso y los errores. Me desvelaré hasta ver la sonrisa que sobrecoja el silencio. Quien tomó las estrellas en la nocturnidad y formó un pedestal de luciérnagas, para arrancarlas una a una como pétalos en la inmensidad del firmamento, tan despacio que cada detalle es cuidado, cada miembro deshojado que se separa de un alma moribunda, cada pequeño centímetro de existencia y significado arrojado al vacío. Finalmente desde el génesis de tu olvido, el tiempo solo es el estigma de la mortalidad, la penalidad a la insensata vanidad.  Desde la gula de cada fruto prohibido, desde la vida que solo vive por ser vivida y cuyo significado tan etéreo como un pedernal, es un fragmento sin sentido, un infierno pétreo donde quizás y solo quizás entre el frío o el escozor exista vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario