sábado, 11 de mayo de 2013

Notas Surrealistas


I





Juventud dolida en el paso incandescente de un sufragio agónico, donde los rostros conservan gestos que se degradan. Cada una de esas bestias toma su turno para arrancar su rostro y su dolor se inmuta ante su desconocimiento de la vida aunque lo hayan respirado desde antaño. Veo que el café se enfría, doy un lento sorbo mientras una mancha en la taza comienza a agrandarse. El tiempo es el esparcimiento de mi conciencia en la embriaguez de mis sentidos y sobre el sinsentido del espacio. El reloj avanza, se detiene, retrocede y me engaña, cada tic – tac turbulento que decapita cada segundo. La taza en mis manos está sucia y maltrecha, un color verdoso comienza a subir y a expandirse velozmente como el Ébola. Dejo caer la taza o tal vez a mi mismo… dentro, una inmensidad, calor abrasador, conciencia de putrefacción queriendo engullirme y un océano opaco como la mierda. Me aferro fuertemente a los bordes para no caer, mi respiración se agita, mi cuerpo se entumece y entonces me precipito… Se precipita la taza y cae al suelo, los fragmentos ruedan por el suelo y se esparcen. Camino, los piso, sangro, vivo. Los abandono y quedan en el olvido de mi cotidianidad.




II





Mi mascara se ha quebrantado tras una introspección. Mi silencio es un libro abierto. Páginas plagadas de metáforas como insectos circulando un cadáver, símiles aquejados por densas contradicciones y horribles juegos de espejos que distorsionan la dicotomía del ser. ¿Paradojas estúpidas? No soy un libro completo, soy lo que queda de un recital de versos cándidos, soy lo que resulto de innumerables cambios de rima, de saltos de páginas y de mutilaciones sádicas. Mis páginas están manchadas, cada una de las letras escritas en ellas son salpicaduras de tinta sanguínea. Escribo hasta en palabras, mi lengua dibuja, se entumece, te incita a gritos, te difama en silencio, te insulta bajo un credo, te penetra hasta partirte en miles facetas. Sorbo a sorbo despierto y tras cada parpadeo en el claroscuro de lo incierto. Tu perfil, tu semblante irradiado del verde, amarillo, azul, rojo, no lo sé… ni me importa después de todo siempre se oscurece, luciérnaga moribunda solo desapareces, te enmudeces y yo vuelvo a mi frío letargo.




III



En lo incierto. Noche, día, calor, frío…Tras la perdida del todo. Inhibición de lo trascendente, estupor gradual que me lleva de la mano con el sonido al dolor y gradualmente me desvanece hasta estar y no estar, llorar y no llorar. Puedo decir que los colores que desaparecen y se avivan de un plano a otro, un ocaso, cielo en llamas; no sé donde mirar con ojos cerrado y con el corazón en carne viva pero muriendo, descomponiéndose. Naturaleza dilapidada, bosques de lapidas nacientes dentro de la erosiva tautología de la decadencia. Futuro militante del futuro, pasado que me observa, pasos al unisonó que nos desplazan, ruego que sus lágrimas nutran la tierra y las mías estallen en conocimiento, cambio lucha ante los fusiles del cambio y la posmodernidad.



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